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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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otro barraqueaba como un ternero porque no le permitían comer con las manos.<br />

Calmada la agitación al otro extremo <strong>de</strong> la mesa, D. Benigno continuó:<br />

-Siempre ha sido mi norma <strong>de</strong> conducta... Segundito, cuidado... ocupar el puesto que<br />

me señalaban las circunstancias. He sido y soy esclavo <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>ber... Primitivo, que te<br />

estoy mirando; ¿cómo se coge el tenedor?... Un día las circunstancias me dijeron: «es<br />

preciso que seas valiente» y fuí valiente. Heridas tengo que darán razón <strong>de</strong> ello. Hoy me<br />

dicen las circunstancias: «es preciso que seas pacífico» y pacífico soy... Niños ¿me<br />

enfado?... Mi conciencia está tranquila con tan juicioso plan <strong>de</strong> conducta; a mi<br />

conciencia obe<strong>de</strong>zco y nada más.<br />

En esto sonaron fuertes campanillazos en [<strong>16</strong>2] la puerta <strong>de</strong> la casa. D.ª Robustiana<br />

se sobresaltó.<br />

-A buena hora viene ese señor... cuando ya estamos en los postres -dijo D. Benigno-.<br />

De seguro es Romo.<br />

-No, no llama él <strong>de</strong> ese modo -observó la señora, poniendo atención para oír en el<br />

momento que la criada abría.<br />

-Pue<strong>de</strong> que sea Romo -indicó Pipaón dirigiendo sus <strong>de</strong>dos en persecución <strong>de</strong> una<br />

pera que rodaba por el mantel.<br />

-Son dos señores, dos hombres -dijo la criada entrando en el comedor-. Preguntan<br />

por el amo.<br />

-Allá voy -dijo Cor<strong>de</strong>ro levantándose.<br />

-Que esperen -manifestó D.ª Robustiana con mal humor-. ¡Que siempre te has <strong>de</strong><br />

levantar <strong>de</strong> la mesa...!<br />

D. Benigno salió con la servilleta sujeta al cuello. En la sala encontró dos hombres<br />

<strong>de</strong>sconocidos.<br />

-Una luz, Reyes -gritó a la criada.<br />

La claridad <strong>de</strong> la vela que trajo la moza permitió al honrado patriota distinguir bien<br />

las fisonomías. Creía reconocer aquellas caras. Ninguna <strong>de</strong> las dos <strong>de</strong>spertaba gran<strong>de</strong>s<br />

simpatías, y en cuanto a los cuerpos eran <strong>de</strong> lo más sospechoso que pue<strong>de</strong> imaginarse.<br />

[<strong>16</strong>3]<br />

-¿Es usted D. Benigno Cor<strong>de</strong>ro? -le preguntó uno <strong>de</strong> ellos secamente.<br />

-Para lo que uste<strong>de</strong>s gusten mandar. ¿Qué quieren uste<strong>de</strong>s?<br />

-Que venga usted con nosotros.<br />

-¿A dón<strong>de</strong>?

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