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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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en las cubas <strong>de</strong> los aguadores, el uno fue muerto al instante, el otro logró escaparse y se<br />

refugió... ¿dón<strong>de</strong>? en el mismo San Isidro.<br />

-Como que <strong>de</strong> allí ha salido todo... -dijo una voz que se esforzaba en ser autorizada y<br />

convincente a pesar <strong>de</strong> ser la voz <strong>de</strong> un salvaje.<br />

-¿Qué ha salido <strong>de</strong> allí?<br />

-Los polvos.<br />

-¡Los polvos!<br />

El que esto aseguraba era un hombrón, un animal <strong>de</strong> esos que aparecen en las<br />

tempesta<strong>de</strong>s populares, sin que se sepa bien quien los trajo, y en todas ellas <strong>de</strong>jan señal<br />

sangrienta <strong>de</strong> su paso. Seguíale una docena <strong>de</strong> individuos <strong>de</strong> esos que al mirarnos<br />

muestran cara humana, si bien es muy dudoso que sean hombres.<br />

-Sí, señores, todo está averiguado -añadió el <strong>de</strong>saliñado orador, que era Tablas en<br />

persona-. Y si faltase testimonio, aquí estoy yo para darlo.<br />

Dos mujeres se le colgaron <strong>de</strong> cada brazo. En torno suyo hízose un corrillo.<br />

Formábalo esa curiosidad <strong>de</strong> lo horrible que reúne gente en <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> los patíbulos,<br />

<strong>de</strong>l charco <strong>de</strong> sangre, señal <strong>de</strong> un crimen, o junto a la oscura agonía <strong>de</strong> un perro. Tablas<br />

se enorgulleció <strong>de</strong> su papel. Aquel día era un día suyo, un día en que iba a mostrar su<br />

po<strong>de</strong>r con pretensiones <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r político, ¡oh! ¡qué gran momento! Dos docenas <strong>de</strong><br />

perdidos le obe<strong>de</strong>cían, como obe<strong>de</strong>ce la piedra a la honda. Tablas era la honda; pero<br />

distaba mucho <strong>de</strong> ser la mano. [437]<br />

-Pues, sí señores -añadió López-. ¡Yo mismo les he llevado ayer un saco con media<br />

fanega <strong>de</strong> veneno!<br />

-¡Media fanega <strong>de</strong> veneno!<br />

-¿Y tú se lo has llevado?<br />

-Sí, porque no sabía lo que era. No es la primera vez que esos malvados reciben<br />

remesas <strong>de</strong> veneno. El saco que les llevé ayer vino <strong>de</strong> Cataluña para ese... No le quiero<br />

nombrar.<br />

-Di tú, parlanchín -gritó una voz <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l corrillo-. ¿Se ha muerto también la<br />

Pimentosa?<br />

-Para eso va. Esta mañana <strong>de</strong>spertó con el mal.<br />

-¿Ha bebido agua?<br />

-Ha tomado los mismos polvos como medicina.<br />

Una exclamación <strong>de</strong> horror acogió esta terrorífica aseveración.

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