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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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- XII -<br />

Muy gozoso y satisfecho estaba D. Benigno Cor<strong>de</strong>ro con el suceso <strong>de</strong> su vuelta a la<br />

patria y al hogar querido, y resuelto a que el durase mucho el contento, hacía propósito<br />

firmísimo <strong>de</strong> no tornar a mezclarse en política, ni vestir uniforme, ni menos hacer<br />

heroicida<strong>de</strong>s en Boteros ni en otro arco alguno. Verdad es que guardaba en su pecho<br />

cual tesoro riquísimo o como los restos queridos <strong>de</strong> una persona amada que se <strong>de</strong>positan<br />

en secreta urna, las mismas aficiones políticas a que <strong>de</strong>bió su <strong>de</strong>stierro. Eso sí: antes<br />

creyera que el sol salía <strong>de</strong> noche que <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ver en la libertad, en el progreso y en la<br />

soberanía <strong>de</strong>l pueblo, la felicidad <strong>de</strong> las Naciones. Mas era preciso poner una losa sobre<br />

estas cosas y D. Benigno la puso.<br />

-Des<strong>de</strong> hoy -dijo-, Benigno Cor<strong>de</strong>ro no es más que un comerciante <strong>de</strong> encajes. No<br />

adulará al absolutismo, no dirá una sola palabra en favor <strong>de</strong> suyo; pero no, ya no tocará<br />

más el pito constitucional ni la flauta <strong>de</strong> la milicia. A Segura llevan preso. Yo tengo<br />

i<strong>de</strong>as, sí, [154] i<strong>de</strong>as firmes, pero tengo hijos. Es posible, es casi seguro que otros, que<br />

también tienen mis i<strong>de</strong>as, las hagan triunfar; pero mis hijos por nadie serán cuidados si<br />

se quedan sin padre. Atrás las doctrinas por ahora, y a<strong>de</strong>lante los muchachos. Ahora<br />

silencio, paz, retraimiento absoluto... cabeza baja y pico cerrado... pero ¡ay! alma mía,<br />

allá recogida en ti misma y sin que te oigan los oídos <strong>de</strong> la propia carne en que estás<br />

encerrada, no ceses <strong>de</strong> gritar: «¡Viva, viva y mil veces viva la señora libertad!».<br />

Los muchos amigos <strong>de</strong>l ex-jefe <strong>de</strong> milicianos le felicitaban cordialmente, y sus<br />

parroquianos así como sus compañeros <strong>de</strong> comercio recibieron gran contento al verle.<br />

Como era tan generoso, y tenía un natural por <strong>de</strong>más expansivo, antejósele, ocho días<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong> su vuelta, obsequiar a los amigos con un mo<strong>de</strong>sto banquete <strong>de</strong>dicado a<br />

grabar en la memoria <strong>de</strong> todos el fausto evento <strong>de</strong> su liberación; pero D.ª Robustiana,<br />

cuyo sentido práctico igualaba al peso <strong>de</strong> su cuerpo, le quitó <strong>de</strong> la cabeza la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

aquella manifestación dispendiosa, arguyéndole así:<br />

-Desgraciadamente no estamos para fiestas. Acuérdate <strong>de</strong>l dinero que has gastado en<br />

congraciarte con esos pillos; que tiempo hay [155] <strong>de</strong> dar banquetes. Mañana domingo,<br />

28 <strong>de</strong> Agosto, haremos para la cena un extraordinario <strong>de</strong> poca monta, y convidaremos a<br />

Romo, al Sr. <strong>de</strong> Pipaón que también nos ha servido, y a Sola. Total: tres convidados.<br />

Basta, hombre, basta. Tiempo hay <strong>de</strong> echar la casa por la ventana, y no faltará un<br />

motivo para ello ni tampoco elementos, ¿me entien<strong>de</strong>s?... porque si siguen los frailes<br />

reponiendo la ropa <strong>de</strong>l altar, no faltará venta <strong>de</strong> encaje blanco para todo el año que<br />

corre.<br />

D. Benigno, como siempre, armonizó su opinión con la <strong>de</strong> su cara esposa, y a<br />

consecuencia <strong>de</strong> tan dulce avenencia, al día siguiente la cocina <strong>de</strong> los Cor<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>spedía<br />

inusitado aroma <strong>de</strong> ricas especias, el cual anunciaba a toda la vecindad la presencia <strong>de</strong><br />

un extraordinario. A la hora <strong>de</strong> la cena resplan<strong>de</strong>cía el comedor con la luz <strong>de</strong> dos<br />

quinqués, colocados en contrapuestos sitios, y alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa se sentaron el Sr. <strong>de</strong><br />

Pipaón, Sola y los <strong>de</strong> Cor<strong>de</strong>ro, sin excluir los niños, que ocupaban un extremo junto a su

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