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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Mediaba el mes <strong>de</strong> Marzo cuando estas hablillas llegaron a su más alto grado <strong>de</strong><br />

malicia. Jenara no recibía a nadie; pero no estaba enferma, porque a menudo se la veía<br />

en la calle o paseando en coche o visitando a personajes <strong>de</strong> alto copete.<br />

Un día se encontraron ella y Pipaón en la antesala <strong>de</strong> la Comisión Militar. Jenara<br />

salía, [156] Pipaón entraba. Eran las cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> hora excelente para el paseo en<br />

aquella estación.<br />

-Iba a su casa <strong>de</strong> usted -le dijo D. Juan-, para prevenirla <strong>de</strong>l peligro que corre...<br />

-¡Yo! -exclamó la dama con gesto <strong>de</strong> orgullo-. ¿También yo corro peligro?<br />

-También.<br />

-¿Y por qué?<br />

-Salgamos <strong>de</strong> esta caverna, señora, que si en todas partes oyen las pare<strong>de</strong>s, aquí oyen<br />

las ropas que vestimos, hasta la sombra que hacemos sobre el suelo. Vámonos.<br />

-¿Qué hay? -dijo la señora, extraordinariamente alarmada-. Quiero ver a Maroto.<br />

-No recibe ahora... Salgamos y hablaremos. Principiaré diciendo a usted que hemos<br />

errado en todos nuestros cálculos. Buscábamos a nuestro amigo en casa <strong>de</strong> Cor<strong>de</strong>ro, en<br />

el convento <strong>de</strong> la Trinidad, en la cárcel <strong>de</strong> Corte, en el parador <strong>de</strong> Zaragoza, en el sótano<br />

<strong>de</strong> la botica <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> Hortaleza, en la habitación <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong>l guardamangier <strong>de</strong><br />

palacio, y ahora resulta que no estaba en ninguno <strong>de</strong> estos parajes, sino...<br />

-¿En dón<strong>de</strong>, en dón<strong>de</strong>?<br />

-Salgamos <strong>de</strong> esta casa, señora -añadió Pipaón al poner el pie en el último peldaño-.<br />

Advierta usted que no digo está, sino estaba.<br />

-Quiere <strong>de</strong>cir que... [157]<br />

-Quiere <strong>de</strong>cir que le han llevado a un sitio <strong>de</strong> don<strong>de</strong> ni usted ni yo podremos<br />

fácilmente sacarle.<br />

-Bravo, bravísimo, señor D. Inservible... -dijo la dama, toda colérica y nerviosa,<br />

abriendo con mano firme la portezuela <strong>de</strong> su coche.<br />

En este había una joven que acompañaba a Jenara en todas sus excursiones, y a la<br />

cual, según las lenguas cortesanas, galanteaba el bueno <strong>de</strong> Pipaón con más calor <strong>de</strong>l que<br />

la simple urbanidad consiente. Acomodados los tres en el coche, D. Juan dijo a la dama<br />

que, siendo largo lo que tenía que contarle, convenía exten<strong>de</strong>r el paseo hasta Atocha.<br />

Así se convino y partieron.<br />

-Beso a usted los pies, Micaelita -dijo <strong>de</strong>spués el cortesano-. ¿Y cómo está el señor<br />

D. Felicísimo?<br />

-Furioso con usted porque no ha ido a verle en tres días.

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