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[5] Los Cien Mil Hijos de San Luis
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En el invierno del mismo año se re
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emociones que por el camino sentía
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Estas instrucciones eran conformes
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Pues bien: en todo el tiempo transc
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-Allí. Y mirando hacia donde su de
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Eran los bravos a quienes yo había
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cumplimiento. Antes me dejara morir
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facciosos, vieron a un hombre aherr
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-¿Y Riego? -Ha ido a Andalucía. -
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las murgas no me dejaron dormir en
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- VII - Después de dar noticia de
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a emblanquecer, y una piel bronca;
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intervención. [68] Otros amigos, a
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sorprenderte. Tu ausencia durante t
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- X - Creyendo ahora conveniente el
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alfombrados. No se verá en parte a
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solo hombre grande existía en toda
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Volviendo al asunto de la guerra de
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cuando manifesté al marqués las p
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Largamente hablé de esto con el co
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cualquier mañanita sorprender a la
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lo triste a lo placentero, hablamos
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-Pero ¿qué va a hacer ese hombre
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circunstancias normales; pero enton
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-Como es miliciano y el honor le or
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-Sí, ya lo veo. Es usted una alhaj
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-Yo misma me separé de él en Onte
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landir mi carta homicida. Subí a l
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Cuando pronuncié estas palabras de
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momento en que desplegaba los labio
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La visión de la mujer errante no s
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Pasé la noche en un estado de angu
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las personas indiferentes a la pol
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Calderón. Secretario de ella [171]
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En Sevilla la noche y el día se di
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-Pues el Gobierno insiste en llevá
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estratagemas me valía, porque Fern
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altamente dignas de aplauso; mi pri
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instante las palabras del Marqués
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Cuando estas últimas palabras reso
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No hice muy larga la despedida por
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Él miraba hacia la puerta de Jerez
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grasienta y ahumada como una cocina
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-Nos embarcaremos -me dijo Falfán
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Cuando manifesté a Mariana que pen
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ímpetu que los que allí estábamo
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pasaban; caminé apresuradamente ha
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-Mañana. Nos vamos con el Gobierno
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Al oír esto me quedé como mármol
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Acerqueme a Calatrava, que se asomb
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que se ven en peligro la rápida in
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-Adiós, señor Marqués. Quiso det
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con sus fingidas lágrimas de enga
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-Para matar... -No tanto -dije rien
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-¿No dice usted que hay una especi
- Page 113 and 114: -Eso mismo deseamos nosotros -me di
- Page 115 and 116: Envié recados al conde de Montguyo
- Page 117 and 118: -Pero ese, ese otro... ¿interesa a
- Page 119 and 120: -¡Oh! Señora, toca usted una fibr
- Page 121 and 122: Constitución moría como había na
- Page 123 and 124: prevalecer aún los infiernos de la
- Page 125 and 126: -Sabe que a usted lo debe todo, y e
- Page 127 and 128: MADRID Febrero de 1877. Fin de LOS
- Page 129 and 130: frío. Hundía la barba y media car
- Page 131 and 132: -Basta -gritó una formidable voz i
- Page 133 and 134: El tono de dignidad ofendida con qu
- Page 135 and 136: El desgraciado general se recostó
- Page 137 and 138: -Sí señor, sí señor, yo se la d
- Page 139 and 140: una casa de labor. ¡Ay, pobre amig
- Page 141 and 142: -Quiero morir gloriosamente; quiero
- Page 143 and 144: Sarmiento lo creyese destinado a su
- Page 145 and 146: -He llegado esta mañana. Los de Co
- Page 147 and 148: -La poca memoria de usted. -¿Poca
- Page 149 and 150: -¿Eso había de faltar? Si no fuer
- Page 151 and 152: [57] boca bravía, como de quien no
- Page 153 and 154: En efecto, avanzaba hacia el centro
- Page 155 and 156: -¡A dónde va usted que más valga
- Page 157 and 158: preso (que era una de las damas de
- Page 159 and 160: Sacáronle de la cárcel por el cal
- Page 161 and 162: Soledad se retiró y al poco rato a
- Page 163: -Atrévase usted -dijo Soledad con
- Page 167 and 168: Continuaban las lecciones de escrit
- Page 169 and 170: -¿Qué, hija de mi alma? -pregunt
- Page 171 and 172: mil veces!... Bendita seas, angelit
- Page 173 and 174: salió a ella ni a él, sino a los
- Page 175 and 176: Benigno podía ser comprendido en a
- Page 177 and 178: -Abuelo Sarmiento, si yo tuviera qu
- Page 179 and 180: -No puedo... de ningún modo -dijo
- Page 181 and 182: Un nuevo temporal deshecho de lágr
- Page 183 and 184: -No tiene usted más que hablar, y
- Page 185 and 186: Romo largó la mano con un papel ar
- Page 187 and 188: Por la noche luego que cenaron, Sol
- Page 189 and 190: -Yo le pediré todo lo que tú quie
- Page 191 and 192: - XII - Muy gozoso y satisfecho est
- Page 193 and 194: Esquivando entrar en el tema polít
- Page 195 and 196: -¡Toma... a la cárcel! -exclamó
- Page 197 and 198: clavar las manos en la verrugosa ca
- Page 199 and 200: usted que en la situación actual,
- Page 201 and 202: -¡Ay, abuelo!... ¡qué desgraciad
- Page 203 and 204: -¿Usted primero? Si estoy aquí de
- Page 205 and 206: -Gracias, señor, me sentaré. Esto
- Page 207 and 208: -Yo afirmo que los Corderos son ino
- Page 209 and 210: Solita, después de dudar breve ins
- Page 211 and 212: has prestado inocentemente a esa ma
- Page 213 and 214: -¡Ah!... ya no me acordaba de ti -
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-No sé cuándo volveré. Quizás v
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una especie de faja mugrienta marca
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endirse para vencer y perderse abso
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-Animo, ángel de mi vida, cordera
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-Déjese usted de sandeces -dijo el
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-¡Qué horror! -exclamó la señor
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-¿Y usted de dónde viene? Sin dud
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-Quiero decir, que no se les castig
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conspiración (al decir esto dio un
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-Abnegación -indicó Chaperón con
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Y salió sin añadir una palabra. P
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-Como usted quiera, con tal que hab
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-Sí, esto no puede ser más hecho.
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-¡Por vida de ochenta millones de
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Sarmiento se desplomó en el suelo,
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Sola se acercó más, dando princip
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igadier. En la noche del 2 al 3 de
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-¡Ya ve usted qué fino! -Y me hac
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-Después ha fingido hallarse demen
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siglos de los siglos!... Gracias, S
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esos frailunos trajes. Faltaría a
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Chaperón miró a los frailes e hiz
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El padre Alelí palideció, demostr
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Aún no se había separado de sus a
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Eterno Sol, hicieran del deseo de l
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-Adelante -murmuró Alelí satisfec
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-¿En dónde está mi hija? -dijo d
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-Hermano, hermano querido -le dijo
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-Con mucho gusto llevaré conmigo l
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MADRID Octubre de 1877.
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- I - La ciudad de Solsona, que ya
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de estas dos palabras había de nac
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caían con admirable majestad y gra
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-¿Qué deseas tú? Dímelo y veré
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tentativa no tuvo resultado y Pepet
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- IV - -Yo, señora -dijo Tilín- n
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aquel en quien no se puede poner la
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que habrá paz, y yo digo que habr
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seguridades de que tendremos apoyo
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hubiera puesto a rezar, esperando v
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desenfado, aunque sin fanfarronerí
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de los dos criados, y de la señora
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Al punto apareció despavorido un h
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en treinta mil reales. Alborotáron
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Llegó a tierra de Cardona el 1.º
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soberbia estampa del caballo, entre
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Sonrisa de duda y mofa contrajo los
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-Concluyamos. Me repugna esta escen
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son guerrilleros. En Barcelona hay
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mozos útiles, ni las armas, ni el
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aquellos días de tristeza, desgrac
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-Será cierto; pero yo necesito ven
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que pudiese decir una palabra, cay
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-La madre abadesa me ha mandado que
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-Tilinillo -le dijo la señora- ant
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Según declaró en su último insta
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las intrigas, no al plomo ni al fue
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que van a poner a nuestra ciudad co
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-¿Qué órdenes tenéis? -les dijo
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Después de leer tranquilamente por
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-¡Ni un momento siquiera! -murmur
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Sor Teodora no tenía criada, no ci
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parecía, según la expresión de M
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infame [169] de las humanas pasione
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Servet encogió los hombros y volvi
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-¿Qué bando hará tabla rasa de t
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-Se dice que pronto llegarán a Sol
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-Contando con el caballo, mañana.
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-Señor coronel Navarro, baje usted
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Iba despacio, pegado a las casas pa
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Entre los peligros, mejor dicho, la
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escóndase en cualquier parte... Yo
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-Las inmensas fatigas del día de h
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-¿Cómo he de salvar a quien no co
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-Levántese usted -dijo la de Arans
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-Quite usted allá, hombre de Dios
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El caballero se dispuso a obedecer.
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-No, no es eso. -Hace un rato que s
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que coronaba a San Salomó como una
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ardorosa fiebre picoteando el ladri
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-Yo le vi, yo le vi. -¿A dónde va
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grave, que la guerra se haría alza
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-A nuestra tierra; los aragoneses p
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-¿No le he dicho a usted que no lo
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Ya veremos la suerte que les cupo a
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alma irritada, objeto que, fijo en
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acobarda es capaz de intentar este
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-Es usted libre -le dijo-. Pida ust
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El padre Juanico se detenía a cada
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-¿Ha venido Vuestra Maternidad sol
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-Precisamente para eso. -¿Sí? Por
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-Venga un abrazo. Los dos hombres s
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hombre encerrado en las mazmorras d
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-¡Perdonarte! -dijo-. ¿Y has podi
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El bárbaro guerrero contemplaba em
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-Pero los soldados conocerán el en
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-Y yo culpable, lo sé; el orden na
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-El verdadero amor de los ángeles
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Causole tanto miedo, que corrió ve
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-¡Misericordia, Dios mío! -exclam
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pasiones, las penas incesantes, las
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[5] Los Apostólicos Benito Pérez
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acompañarle. El segundo aniversari
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considerablemente... digo mal, porq
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Juan?... ¡Barástolis! parece uste
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Angelito Seudoquis, el cual, destin
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sala de hermoso papel imitando már
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arreglaba las gafas de oro, cuya te
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muy pocas pinceladas tendría que a
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- IV - Cuando Sola se vio junto a e
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-Aguarde usted. Mandaré a casa por
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El objeto de los Numantinos era, co
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sobre la albarda. Era el mismo demo
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se hallaba en crisis. Enviaban la p
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que llamamos paz es entre nosotros
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a la nación destituida. El que can
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-¿En casa de Marcoartú? -Requeten
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-Y también: Cuentas de beato y uñ
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de Malinas... lo recibí la semana
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Doña Cruz era una mujercita seca y
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No pudo seguir porque el muchacho,
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-¿Por qué? -Yo tengo mis razones
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-El cual, o yo soy incapaz de sacra
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se reverdecen, la niña afectando a
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Ni medio minuto tardó la joven en
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-¡Ah! Sí, perdona, hija... me dis
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silencio reinaba en el comedor. Oí
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¿Pero qué estruendo, qué fragor
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Pero en el mismo instante le acomet
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enterada de lo que pasaba, reprendi
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Y el satírico seguía satirizando
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Mediaba el mes de Marzo cuando esta
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-También está allí; ¡ay! -repli
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Seria, cejijunta, descolorida Jenar
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de un realismo espantoso y aterrado
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escalones se echaban de un lado com
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de una horquilla o flecha, como cor
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abatimiento? Aquí no hay nada que
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-Y el ejército -declaró el conde
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-Voy a contar a ustedes, señores -
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-Sí, que limpien, que despojen...
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Miyar, que no era travieso, ni abog
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tantos monstruos terribles, los leo
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«aquí está la Guardia Real Grana
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casaca verde, y por último entraro
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alegre campiña inundada de luz, D.
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engaño. Ello es que bajó y por la
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venalidad fue también llave de aqu
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prado, respetando la huerta, donde
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perrillos y perrazos salieron a rec
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-Más flojo -dijo Sola. -¿Así? -N
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-No sé -dijo- ni me importa. Despu
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-Decía que el negocio de usted es
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un susurro. Es algo que ha hecho li
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- XXVII - Tenía sus papeles en reg
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en conclusión, chico, esta tarde t
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que articulaban los labios, había
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Hablaron un rato de aquel singular
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-Como si lo fuera. He dado mi palab
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de la ventana para verle salir y qu
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se diferenciaba de su pastor en lo
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inspiración. Se acaba la poesía q
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Y diciéndolo, el anciano levantó
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mueva. ¿Quién será el juglar de
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Ni que me maten dejaré de hablar d
- Page 545 and 546:
mano, la bondadosa boca contraída
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-¡Pobre Fernando! -exclamó D. Car
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-No ambiciono ser rey; antes por el
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ser obispo?... ¡Le digo a usted, a
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-Cuando vine aquí persistía en mi
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veía disminuir el número de los q
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el ejército se pronunciaría por D
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modo el ánimo del lector queda per
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asgó con furia en multitud de peda
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Un faccioso más y algunos frailes
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De esta manera un poco artificiosa
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-¡Si yo no existiese!... ¿Y ella
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nadie, porque sepa usted, Sr. D. Sa
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instalado en habitación propia que
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lado dábale palmaditas en el hombr
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canalla de los clubs. De modo que e
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-Mal -respondió el de la barba dan
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-Eso es lo que pido a Dios con todo
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Después de mirar un rato muy hosca
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El otro leía, leía. Salvador le m
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siempre con horror?... Déjame en p
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de mi carácter entero y de mi hono
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-Mire usted que soy algo pícara -d
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-¡Oh! quién sabe... Ahora todo se
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con mucho afecto. Era de edad media
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compañía algunas cafeteras de lar
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González Bravo, un mozo terrorista
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-¡Ya les hemos cogido! ¡buena caz
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hacer pueblo, para gritar, para met
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- VIII - Las escenas y conversacion
- Page 605 and 606:
páginas vivas y reales, abiertas e
- Page 607 and 608:
quería abrazar a D. Miguel (otro q
- Page 609 and 610:
juventud, con el rostro alegre y ex
- Page 611 and 612:
-Casi siempre, sí; pero a veces er
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La actitud firme de Sola, la energ
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parches era quien vendía, cuando a
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su carne había crecido y el oro no
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-Rumalda -dijo esta después de med
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-Padre, por amor de Dios -dijo Naza
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-¡Pues y tú!.. -exclamó Tablas,
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extraordinaria! El primero en quien
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- XIII - ¡Qué lejos estaba el exc
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Era el capitán de todas las fechor
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No marchaba muy bien el negocio que
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inquisidor que amigo, y no llevase
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(nos consta que empleó la misma fr
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sorprendía ahora de verso ocupado
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El héroe se detuvo y la miró con
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en tu existencia, y poner a tus sen
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-Hoy es 1.º de Octubre -dijo Sola,
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-Quizás empiece otra... Pero, al f
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Oyeron las alegres campanillas de l
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-¿Yo? -dijo Salvador, condoliéndo
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Cuando Elías Orejón entró en cas
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Orejón llenó obra vez las tres co
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Pasado algún tiempo, oyose reprodu
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Boteros tenía en aquella tarde ocu
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«¿Pero es verdad que Madrid ha pr
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-Yo estoy cuerdo y sé lo que me di
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por decirlo así, de lo que resulta
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-Oye tú, si me sacas de esta cama,
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casas de Pamplona, de la catedral,
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-Ocupaciones graves, gravísimas -r
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los puestos de peligro... Esta idea
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querido afeitarse, ya no parecía t
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-Bueno, pues ahora mismo. Temo que
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viejos, y al lado del niño, precoz
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Poco después Navarro dormía, y en
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Navarro no fue breve en aquella oca
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Aquella misma tarde partió Salvado
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Mientras Romualda sube, dejando al
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Gracián y el otro clérigo se sent
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-¡Sacrilegio, profanación! -excla
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Gracián procuró animar con palabr
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politicastro de estos que con cuatr
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-Me parece muy acertada. -Vivimos c
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llevársela de este mundo. No se le
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en las cubas de los aguadores, el u
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con un partido, con el partido libe
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- XXVIII - Aquella mañana había f
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de su paso acertó a encontrarse ju
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¡Santo Dios, si la epidemia le ata
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enfermería de su convento, ya comp
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pulverulentas. Con toda la finura y
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poco formal a meterme en sabiduría
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Lo que comúnmente se llama Histori
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verdadero museo de las artes del di