13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

pedazos un pañuelo inocente. Mis ojos secos e inflamados no podían dar salida a la<br />

angustia <strong>de</strong> mi corazón, <strong>de</strong>rramando una sola lágrima.<br />

Cuando me presenté <strong>de</strong> nuevo, mi apariencia no podía ser más tranquila. Afectaba<br />

naturalidad y hasta alegría; tanta era la fuerza <strong>de</strong> mi disimulo, cuando yo llamaba todas<br />

las fuerzas <strong>de</strong> la voluntad para forjar la máscara <strong>de</strong> hierro, bajo la cual escondía mi<br />

verda<strong>de</strong>ro semblante, lleno <strong>de</strong> luto y consternación. ¡Qué pa<strong>de</strong>cimiento tan gran<strong>de</strong>!<br />

¿Cómo no, si Salvador mismo me había contado toda la historia <strong>de</strong> sus relaciones con<br />

Andrea Campos, <strong>de</strong>spués marquesa <strong>de</strong> Falfán <strong>de</strong> los Godos? Yo la había tratado<br />

bastante <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ser marquesa. La admirable hermosura <strong>de</strong> la americanilla,<br />

representándose en mi imaginación, me la quemaba como un hierro abrasado.<br />

Tuve valor para verles partir. Vi a la sobrina [<strong>16</strong>9] <strong>de</strong> Campos subir al coche,<br />

haciéndose la interesante con su langui<strong>de</strong>z <strong>de</strong> dama enfermita; vi al viejo Marqués<br />

engomado y lustroso, como un muñeco que acaba <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l taller <strong>de</strong> juguetes; vi a<br />

Salvador tomando en brazos y besando con el mayor gusto al niño <strong>de</strong> la Marquesa... no<br />

quise ver más. ¡El coche partió!... ¡Se fueron!...<br />

- XXI -<br />

Se fueron y yo me quedé. Las lágrimas que antes no habían querido salir <strong>de</strong> mis ojos<br />

brotaron a raudales, abrasándome las mejillas. No podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar en la<br />

hipocritona, que corría por los campos <strong>de</strong>siertos, lanzada por mí al interminable viaje <strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>sesperación; pero lejos <strong>de</strong> tenerle lástima, aquel recuerdo avivaba mi hondo furor,<br />

haciéndome exclamar: -¡Me alegro, mil veces me alegro!<br />

¡Cuán gran<strong>de</strong> había sido mi castigo! Para que este fuera más evi<strong>de</strong>nte, fui con<strong>de</strong>nada<br />

por Dios al mismo suplicio <strong>de</strong> viajar buscando a una persona amada, al martirio<br />

in<strong>de</strong>scriptible <strong>de</strong> correr un día y otro día como el que huye <strong>de</strong> su sombra, siempre<br />

impaciente, [170] siempre anhelante, precipitada siempre <strong>de</strong> la esperanza al <strong>de</strong>sengaño<br />

y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sengaño a una nueva esperanza. Porque sí, yo emprendí también el viaje a<br />

Andalucía tres días <strong>de</strong>spués. Estaba en la alternativa <strong>de</strong> morir <strong>de</strong> <strong>de</strong>specho o correr<br />

también. Hubo en mí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquel día algo <strong>de</strong> la maldición espantosa que pesaba sobre<br />

el judío errante, y me sentí como arrastrada por la fuerza <strong>de</strong> un huracán.<br />

¡Ay!, el huracán estaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí misma, en mi <strong>de</strong>specho, en mis celos, en un<br />

loco afán <strong>de</strong> no hallarme lejos <strong>de</strong> dos personas, cuya imagen ni un solo instante se<br />

apartaba <strong>de</strong> mi pensamiento. Si mis lectores me han conocido ya por lo que va contado<br />

<strong>de</strong> mi borrascosa vida, compren<strong>de</strong>rán que yo no podía quedarme en Madrid. Mi carácter<br />

me lanzaba fuera, como la pólvora lanza la bala.<br />

Partí... Pero antes <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir cómo pu<strong>de</strong> conseguir los medios para ello. Mi primer<br />

paso fue recurrir a Eguía; mas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong> los franceses le habían arrinconado<br />

como trasto viejo, y una Regencia fresca y lozana funcionaba en su lugar. Nombrola<br />

Angulema <strong>de</strong> acuerdo con el Consejo <strong>de</strong> Estado, y la componían los duques <strong>de</strong>l<br />

Infantado y <strong>de</strong> Montemart, el barón <strong>de</strong> Eroles, el obispo <strong>de</strong> Osma y don Antonio Gómez

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!