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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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sacando los corazones a la cara; al mismo tiempo parece que se ríe, como dando a<br />

enten<strong>de</strong>r que no hará daño a nadie en sus disecciones <strong>de</strong> vivos.<br />

Este joven a quien estaba <strong>de</strong>stinado el resucitar en nuestro siglo la muerta y casi<br />

olvidada pintura <strong>de</strong> la realidad <strong>de</strong> la vida española tal como la practicó Cervantes,<br />

comenzó en 1832 su labor fecunda, que había <strong>de</strong> ser principio y fundamento <strong>de</strong> una<br />

larga escuela <strong>de</strong> prosistas. Él trajo el cuadro <strong>de</strong> costumbres, [312] la sátira amena, la rica<br />

pintura <strong>de</strong> la vida, elementos <strong>de</strong> que toma su sustancia y hechura la novela. Él arrojó en<br />

esta gran alquitara, don<strong>de</strong> bulliciosa hierve nuestra cultura, un género nuevo,<br />

<strong>de</strong>spreciado <strong>de</strong> los clásicos, olvidado <strong>de</strong> los románticos, y él solo había <strong>de</strong> darle su<br />

mayor <strong>de</strong>sarrollo y toda la perfección posible. Tuvo secuaces, como Larra, cuya<br />

originalidad consiste en la crítica literaria y la sátira política, siendo en la pintura <strong>de</strong><br />

costumbres discípulo y continuador <strong>de</strong> El Curioso Parlante; tuvo imitadores sin cuento<br />

y tantos, tantos admiradores que en su larga vida los españoles no han cesado <strong>de</strong> poner<br />

laureles en la frente <strong>de</strong> este valeroso soldado <strong>de</strong> Cervantes.<br />

En 1831 hizo el Manual <strong>de</strong> Madrid, anunciando en él sus dotes literarias y una<br />

pasión que le había <strong>de</strong> ocupar toda la vida, la pasión <strong>de</strong> Madrid. En Enero <strong>de</strong>l año<br />

siguiente publicó El retrato en las Cartas Españolas <strong>de</strong> Carnerero, y tras El retrato vino<br />

sin interrupción esa galería <strong>de</strong> <strong>de</strong>liciosos cuadros matritenses, que servirá, el día en que<br />

la capital <strong>de</strong> España se pierda, para encontrarla aunque se meta cien estados bajo tierra.<br />

¡Asombroso po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l ingenio! Aquellos revueltos tiempos en que se <strong>de</strong>cidió la suerte<br />

<strong>de</strong> la nación española han quedado más impresos [313] en nuestra mente por su<br />

literatura que por su historia; y antes que la Pragmática Sanción, y el Carlismo y la<br />

Amnistía y el Auto acordado y la Corte <strong>de</strong> Oñate y el Estatuto, viven en nuestra<br />

memoria D. Plácido Cascabelillo, D. Pascual Bailón Corre<strong>de</strong>ra, D. Solícito Ganzúa, D.<br />

Homobono Quiñones y otras dignas personas nacidas <strong>de</strong> la realidad y lanzadas al<br />

mundo con el perdurable sello <strong>de</strong>l arte.<br />

En Agosto <strong>de</strong>l mismo año <strong>de</strong> 1832 principió a salir el Pobrecito Hablador <strong>de</strong> Larra.<br />

De este quisiéramos hablar un poco; pero el insoportable calor nos obliga a salir <strong>de</strong><br />

Madrid.<br />

Antes <strong>de</strong> partir haremos una visita a D. Felicísimo, en cuya casa hallamos<br />

grandísima novedad, y es que al cabo <strong>de</strong> muchas dudas y vacilaciones, el insigne Pipaón<br />

se <strong>de</strong>cidió a manifestar a Micaelita su propósito <strong>de</strong> tomarla por esposa, consi<strong>de</strong>rando<br />

para sí que si buenos <strong>de</strong>sperfectos tenía, con buenas talegas iban disimulados. Es<br />

opinión admitida por todos los historiadores que Micaelita no rezó ningún Padrenuestro<br />

al oír nueva tan lisonjera <strong>de</strong> los labios <strong>de</strong>l cortesano <strong>de</strong> 1815. D. Felicísimo y doña<br />

Sagrario se regocijaron mucho, pues no podían soñar mejor partido para aquel poco<br />

solicitado género, que un individuo encaminado a ser, por sus prendas especiales [314]<br />

el Calomar<strong>de</strong> <strong>de</strong> los veni<strong>de</strong>ros tiempos.<br />

Nuestra buena suerte quiso que al dar un vistazo al agente <strong>de</strong> asuntos eclesiásticos<br />

halláramos al Sr. <strong>de</strong> Pipaón, que también se <strong>de</strong>spedía. Deleitosa conversación se entabló<br />

entre los dos. Cuando el cortesano estrechó entre los suyos fuertísimos los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong><br />

corcho <strong>de</strong>l Sr. D. Felicísimo, este exhaló un hipo y dijo:<br />

-Me olvidaba... Querido Pipaón, puesto que va usted inmediatamente para allá,<br />

hágame el favor <strong>de</strong> llevar esta carta.

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