13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

-Hermano, hermano querido -le dijo Alelí abrazándole-. Una palabra, una palabra<br />

sola <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra piedad, <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra religiosidad, <strong>de</strong> amor y temor <strong>de</strong> Dios. Una<br />

palabra y basta; pero que sea sincera, salida <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong>l corazón. Si la dice usted,<br />

todos esos pensamientos livianos <strong>de</strong> que está llena su cabeza, como <strong>de</strong>sván lleno <strong>de</strong><br />

alimañas, huirán al ver entrar la luz.<br />

-Cristiano católico soy -afirmó Sarmiento-. Creo todo lo que manda creer la Iglesia,<br />

creo todos los misterios, todos los sagrados dogmas, sin exceptuar ninguno. He oído<br />

misa, he confesado sin omitir nada <strong>de</strong> lo que hay en mi conciencia, he <strong>de</strong>seado<br />

ardientemente recibir [340] la Eucaristía, y si no la he recibido ha sido porque no han<br />

querido dármela. ¿Qué más se quiere <strong>de</strong> mí? ¡Oh! Señor <strong>de</strong> cielos y tierra, ¡oh! tú,<br />

María, Madre amantísima <strong>de</strong>l género humano, a vosotros vuelvo mis miradas, vosotros<br />

lo sabéis, porque veis mi rostro, no este <strong>de</strong> la carne sino el <strong>de</strong>l espíritu. Los que no ven<br />

el <strong>de</strong> mi espíritu, ¿cómo pue<strong>de</strong>n compren<strong>de</strong>rme? Hacia Vosotros volaré, invocándoos,<br />

llevando en mi diestra la ban<strong>de</strong>ra que habéis dado al mundo, la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la libertad,<br />

por la cual he vivido y por la cual muero.<br />

Salmón y Alelí movieron la cabeza. Su pena y <strong>de</strong>sasosiego eran muy profundos.<br />

Soledad, sin fuerzas ya para luchar con su dolor, estaba a punto <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r el<br />

conocimiento. Don Patricio, dicho su último discurso, examinaba una grieta que en el<br />

techo había y <strong>de</strong>spués la costura <strong>de</strong>l paño <strong>de</strong>l altar. Creeríase al verle que aquellos dos<br />

objetos insignificantes merecían la mayor atención.<br />

Varias personas entraron en la capilla, todas <strong>de</strong>corando sus caras con la aflicción más<br />

edificante. El reo se levantó y sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> observar la costura <strong>de</strong>l altar, habló así<br />

solemnemente:<br />

-Cayo Graco, Harmodio y Aristogitón, Bruto... héroes inmortales, pronto seré con<br />

[341] vosotros... y tú, Lucas, hijo mío, que estás en las filas <strong>de</strong> la celestial infantería,<br />

avanza al encuentro <strong>de</strong> tu dichoso padre.<br />

Los frailes, puestos <strong>de</strong> rodillas, recitaban oraciones y jaculatorias, empeñándose en<br />

que el reo las repitiera; pero Sarmiento se apartó <strong>de</strong> ellos afirmando:<br />

-Todo lo que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse lo he dicho en mi corazón durante la misa y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

ella.<br />

Oyose el tañido <strong>de</strong> la campana <strong>de</strong> Santa Cruz.<br />

-Tocan a muerto -dijo Sarmiento-. Yo mandaría repicar y alzar arcos <strong>de</strong> triunfo,<br />

como en el día más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> todos los días. ¡Ya veo tus torres, oh patria inmortal,<br />

Jerusalén amada! ¡Bendito el que llega a ti!<br />

El alcai<strong>de</strong> le saludó, enmascarándose también con la carátula <strong>de</strong> piedad lastimosa<br />

que pasaba <strong>de</strong> rostro en rostro, conforme iban entrando uno y otro personaje. Después<br />

separáronse todos para dar paso a un hombre obeso, algo viejo, vestido <strong>de</strong> negro, cuyo<br />

aire <strong>de</strong> timi<strong>de</strong>z contrastaba singularmente con su horrible oficio: era el verdugo, que<br />

avanzando hacia el reo, humilló la frente como un lacayo que recibe ór<strong>de</strong>nes.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!