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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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-Estoy tan aturdida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ayer tar<strong>de</strong> -le dijo-, que no sé lo que me pasa. He pasado<br />

toda la noche imaginando catástrofes o soñando tropiezos y caídas. No me puedo<br />

convencer <strong>de</strong> que Dios me lleve ahora por ese camino tan distinto <strong>de</strong>l que antes seguía,<br />

sin que sea para ir <strong>de</strong>recha a una <strong>de</strong>sventura muy gran<strong>de</strong>. Yo nací con mala estrella.<br />

-Patrañas, querida hija; cosas <strong>de</strong> la imaginación -replicó D. Benigno, apurando su<br />

chocolate-. No nos entreguemos a cavilaciones hueras y tengamos confianza en Dios.<br />

Eso <strong>de</strong> malas y buenas estrellas no es muy cristiano que digamos.<br />

-Es verdad; pero yo no puedo evitar el sospechar peligros, el tener miedo <strong>de</strong> todo, y<br />

el presentir <strong>de</strong>sgracias. Es una especialidad mía. Si Primitivo no hubiera contado tantos<br />

horrores... Ahora, con la muerte <strong>de</strong>l Rey, se va a encen<strong>de</strong>r una guerra tal, que España va<br />

a ser una Nación <strong>de</strong> huérfanos y viudas. Sí, así será... Correrán ríos <strong>de</strong> sangre, ríos<br />

caudalosos como los <strong>de</strong> agua, y los hermanos matarán a los hermanos... todo por saber<br />

si ha <strong>de</strong> reinar la sobrina <strong>de</strong>l tío o el tío <strong>de</strong> la sobrina. ¡Qué horrorosos disparates! ¡Y<br />

estas cosas pasan en reuniones <strong>de</strong> gente que se llaman países y naciones!... ¡Y esta es la<br />

<strong>de</strong>cantada sabiduría <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Europa que se ríen <strong>de</strong> los salvajes! Yo, mujer<br />

ignorante, digo que esos sabios no tienen sentido común.<br />

-Hija <strong>de</strong> mi alma -exclamó D. Benigno-, estás hablando como el patriarca <strong>de</strong> la<br />

filosofía, como Juan Jacobo Rousseau. Sí, el estado actual <strong>de</strong> las naciones y el sentido<br />

común son incompatibles.<br />

En su entusiasmo, Cor<strong>de</strong>ro tremoló la servilleta que acababa <strong>de</strong> <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l ojal<br />

<strong>de</strong> su levita. Aquel lienzo era la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l sentido común, pabellón sin colores y sin<br />

heráldica.<br />

-No he podido apartar <strong>de</strong> mí en toda la noche -dijo Sola-, una i<strong>de</strong>a que me hace<br />

estremecer <strong>de</strong> pena. ¿Quién nos asegura que el hombre a quien vamos a buscar, no<br />

estará ya comprometido en la guerra civil? ¿No será probable que esté disparando tiros<br />

en las calles? ¿No pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r que está ya muerto?<br />

-Calla, tonta... Un hombre tan juicioso... ¿No compren<strong>de</strong>s tú...?<br />

-Yo no comprendo nada, yo siento y nada más. El corazón suele tener unas<br />

adivinaciones tan raras... A veces, el muy pícaro, se empeña en una cosa, y Dios se<br />

encarga <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> darle gusto... Ojalá me equivoque. Y ahora Dios no nos manda tan<br />

sólo el azote <strong>de</strong> la guerra civil, nos manda también otro, esa terrible enfermedad... ¿no<br />

oyó usted hablar a Primitivo <strong>de</strong> esto? Es un mal muy raro, por el cual se muere la gente<br />

en pocas horas, a veces en minutos; es una puñalada invisible que sorpren<strong>de</strong> [357] y<br />

mata, y nadie está seguro <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> media hora.<br />

-Sí -dijo D. Benigno, cayendo en sombría tristeza-, es el Cólera morbo asiático.<br />

Al oír este nombre repulsivo y espantoso, Sola sintió correr por su cuerpo un frío<br />

displicente. Cor<strong>de</strong>ro sintió lo mismo.<br />

-Esa enfermedad -añadió-, ha aparecido en Andalucía. Las personas van muy<br />

tranquilas por la calle, y <strong>de</strong> repente ¡plaf! se caen al suelo y se mueren. Pero esta<br />

infección no llegará a Madrid... Vamos, en marcha, ahí está el coche.

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