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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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último; bendito el resplandor <strong>de</strong> esas velas, benditas esas sagradas imágenes; bendita tú<br />

que me acompañas, y esos venerables sacerdotes que me acompañan también.<br />

Soledad rompió a llorar, aunque hacía esfuerzos para dominarse, y D. Patricio<br />

fijando los ojos en el altar y viendo el hermoso Crucifijo <strong>de</strong> talla que en él había y la<br />

imagen <strong>de</strong> [301] Nuestra Señora <strong>de</strong> los Dolores, experimentó una sensación singular,<br />

una especie <strong>de</strong> recogimiento que por breve rato le turbó. Acercándose más al altar, dijo<br />

con grave acento:<br />

-Señor mío, tu presencia y esos tus ojos que me ven sin mirarme recuérdanme que<br />

durante algún tiempo he vivido sin pensar en ti todo lo que <strong>de</strong>biera. El gran favor que<br />

acabas <strong>de</strong> hacerme me confun<strong>de</strong> más en tu presencia. Y tú, Señora y Madre mía, que<br />

fuiste mi patrona y abogada en cien calamida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> mi juventud, no creas que te he<br />

olvidado. Por tu intercesión sin duda, he conseguido <strong>de</strong>l Eterno Padre este galardón que<br />

ambicionaba. Gracias, Señora, yo <strong>de</strong>mostraré ahora que si mi muerte ha <strong>de</strong> ser patriótica<br />

y valerosa para que sea fecunda, también ha <strong>de</strong> ser cristiana.<br />

Admirados se quedaron <strong>de</strong> este discurso el padre Alelí y el padre Salmón que<br />

juntamente con él entraron para prestarle los auxilios espirituales. Ambos frailes oraban<br />

<strong>de</strong> rodillas. Levantáronse y tomando asiento en el banco <strong>de</strong> iglesia que en uno <strong>de</strong> los<br />

costados había, invitaron a Sarmiento a ocupar el sillón.<br />

-Yo no daré a Vuestras Reverencias mucho trabajo -dijo el patriota sentándose<br />

ceremoniosamente en el sillón-, porque mi espíritu no necesita <strong>de</strong> cierta clase <strong>de</strong><br />

consuelillos mimosos [302] que otras vulgares almas apetecen en esta ocasión; y en<br />

cuanto al auxilio puramente religioso, yo gusto <strong>de</strong> la sencillez suma. En ella estriba la<br />

gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l dogma.<br />

El padre Alelí y el padre Salmón se miraron sin <strong>de</strong>cir nada.<br />

-Veo a Sus Reverencias como cortados y confusos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí -añadió Sarmiento<br />

sonriendo con orgullo-. Es natural, yo no soy <strong>de</strong> lo que se ve todos los días. Los siglos<br />

pasan y pasan sin traer un pájaro como este. Pero <strong>de</strong> tiempo en tiempo Dios favorece a<br />

los pueblos dándole uno <strong>de</strong> estos faros que alumbran el género humano y le marcan su<br />

camino... Si una vida ejemplar alumbra muy mucho al género humano, más le alumbra<br />

una muerte gloriosa... Me explico perfectamente la admiración <strong>de</strong> Sus Paternida<strong>de</strong>s; yo<br />

no nací para que hubiera un hombre más en el mundo; yo soy <strong>de</strong> los <strong>de</strong> encargo,<br />

señores. Una vida consagrada a combatir la tiranía y enaltecer la libertad; una muerte<br />

que viene a aumentar la ejemplaridad <strong>de</strong> aquella vida, ofreciendo el espectáculo <strong>de</strong> una<br />

víctima que expira por su fe y que con su sangre viene a consagrar aquellos mismos<br />

principios santos; esta entereza mía; esta serenidad ante el suplicio, serenidad y entereza<br />

que no son más que la convicción profunda que tengo [303] <strong>de</strong> mi papel en el mundo, y<br />

por último la acendrada fe que tengo en mis i<strong>de</strong>as, no pertenecen, repito, al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

cosas que se ven todos los días...<br />

El padre Alelí abrió la boca para hablar; mas Sarmiento, <strong>de</strong>teniéndole con un gesto<br />

que revelaba tanta gravedad como cortesía, prosiguió así:<br />

-Permítame Vuestra Paternidad Reverendísima que ante todo haga una <strong>de</strong>claración<br />

importante, sí, sumamente importante. Yo soy enemigo <strong>de</strong>l instituto que representan

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