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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Y diciéndolo, el anciano levantó el pie <strong>de</strong> cabrón con a<strong>de</strong>mán que algo tenía <strong>de</strong><br />

ceremonioso y cabalístico, como el mágico que alza cubiletes y <strong>de</strong>scubre signos. El<br />

sobre <strong>de</strong> la carta <strong>de</strong> que se hizo cargo Pipaón, <strong>de</strong>cía:<br />

Al Sr. D. Carlos Navarro, en San Il<strong>de</strong>fonso.<br />

- XXX -<br />

En los primeros días <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong> Setiembre, un viajero llegó a la posada <strong>de</strong>l<br />

Segoviano en la Granja, y pidió cuarto y comida, exigencias a que con tanto tesón como<br />

<strong>de</strong>sabrimiento se negó el fondista. Era inaudito [315] atrevimiento venir a pedir techo y<br />

manteles en una posada que por su mucha fama y prez estaba llena <strong>de</strong> gente principal<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sótano a los <strong>de</strong>svanes. ¡Ahí era nada en gracia <strong>de</strong> Dios lo <strong>de</strong> personajes que en<br />

la casa había! Cuatro consejeros <strong>de</strong> Estado, un fiscal <strong>de</strong> la Rota, un administrador <strong>de</strong>l<br />

Noveno y Excusado, dos brigadieres exentos, un padre prepósito, un <strong>de</strong>finidor y seis<br />

cantores <strong>de</strong> ópera sobrellevaban allí con paciencia las incomodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los cuartos y<br />

compartían el ayuno <strong>de</strong> las parcas comidas y mermadas cenas.<br />

-Perdone por Dios, hermano -dijo a nuestro viajero el implacable dueño <strong>de</strong>l mesón,<br />

que reventaba <strong>de</strong> gordura y orgullo consi<strong>de</strong>rando el buen esquilmo <strong>de</strong> aquel año, gracias<br />

al ansia <strong>de</strong> los partidos que tanta gente llevaba a San Il<strong>de</strong>fonso.<br />

Y el viajero redoblaba su amabilidad suplicante, en vista <strong>de</strong> la negativa venteril. Era<br />

tímido y circunspecto, quizás en <strong>de</strong>masía para aquel caso en que tenía que habérselas<br />

con la ralea <strong>de</strong> posa<strong>de</strong>ros y fondistas.<br />

-Deme usted un cuchitril cualquiera -dijo-. No estaré sino el tiempo necesario para<br />

conseguir que Su Ilustrísima el Sr. Abarca eche una firma en cierto documento.<br />

-¿El Sr. Abarca?... Buena persona... Es muy amigo mío -replicó el ventero-. Pero<br />

[3<strong>16</strong>] no puedo alojarle a usted... Como no sea en la cuadra...<br />

Ya se había <strong>de</strong>cidido el atribulado señor a aceptar esta oferta, cuando acertó a pasar<br />

D. Juan <strong>de</strong> Pipaón. El viajero y el cortesano se vieron, se saludaron, se abrazaron, y...<br />

¿cómo había <strong>de</strong> consentir D. Juan que un tan querido amigo suyo se albergara entre<br />

cuadrúpedos teniendo él, como tenía, en la casa <strong>de</strong> Pajes, dos hermosísimas y holgadas<br />

estancias, don<strong>de</strong> estaba como garbanzo en olla?<br />

-Venga conmigo el buen Cor<strong>de</strong>ro -dijo con generosa bizarría- que le hospedaré como<br />

a un príncipe. La Granja rebosa <strong>de</strong> gente. Amigo -añadió, hablándole al oído, cuando<br />

ambos marchaban hacia la casa <strong>de</strong> Pajes- el Rey se nos muere.<br />

-De modo que sobrevendrá...<br />

-El diluvio universal... Háblase <strong>de</strong> componer la cosa en familia. Pero vamos, vamos a<br />

que <strong>de</strong>scanse usted.

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