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16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

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Rey, Cristina dispuso que no se tocase el cadáver hasta las veinticuatro horas.<br />

Retiráronse todos y en Palacio hubo el movimiento vertiginoso que acompaña a los<br />

gran<strong>de</strong>s sucesos <strong>de</strong> las monarquías. Nadie lloraba. Los cortesanos que habían sido fieles<br />

a la persona, pero que no simpatizaban con las i<strong>de</strong>as, se preparaban a abandonar la casa.<br />

Las salas, las galerías, las cámaras, estaban llenas <strong>de</strong> corrillos. La curiosidad, el recelo,<br />

la <strong>de</strong>sconfianza, el miedo, la duda, formaban aquel extraño duelo, en el cual había todo<br />

menos lágrimas. «Ahora sí que se ha muerto <strong>de</strong> veras», murmuraba el labio cortesano<br />

en pasillos y galerías, y tras esto surgían infinitos planes <strong>de</strong> conducta.<br />

En la madrugada <strong>de</strong>l 30 la <strong>de</strong>scomposición selló la muerte <strong>de</strong>l Rey, para que nadie<br />

pudiese dudar <strong>de</strong> ella. Estaba escrito que la conclusión <strong>de</strong> aquel reinado fuera en todo<br />

conforme al reinado mismo. Entregose el cuerpo a la etiqueta, que hizo con él lo que es<br />

<strong>de</strong> rigor en tales casos. Dejémosle en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la mayordomía, que le lleva <strong>de</strong><br />

ceremonia en ceremonia hasta <strong>de</strong>positarle en el Escorial. La Corte, los pueblos, le veían<br />

pasar sin sentimiento. No ha habido Rey más amado en su juventud ni menos llorado en<br />

su muerte. Abierto su testamento se vio que <strong>de</strong>jaba veinticinco millones <strong>de</strong> duros, y que<br />

mandaba <strong>de</strong>cir veinte mil misas por su alma... Requiescat... [346]<br />

- XVI -<br />

No se le cocía el pan a D. Benigno Cor<strong>de</strong>ro hasta no ver realizado un pensamiento<br />

suyo <strong>de</strong> grandísima importancia. Des<strong>de</strong> aquella noche en que Sola se expresó con tanto<br />

calor, diciendo, «quiero casarme con el viejo», este, lejos <strong>de</strong> mostrarse ensoberbecido<br />

con <strong>de</strong>claración tan halagüeña, se volvió más taciturno. Fueron a pasar el verano a los<br />

Cigarrales, y dos tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> instalarse en su casa <strong>de</strong> campo, Cor<strong>de</strong>ro salió a<br />

paseo con Sola, bajando hacia la margen <strong>de</strong>l río. El héroe se apoyaba en su bastón<br />

nudoso, y en los pasos difíciles, que eran los más, pedía auxilio al brazo <strong>de</strong> Sola. Esta<br />

no <strong>de</strong>seaba otra cosa que servirle y complacerle.<br />

-Hijita -le dijo, cuando pasaron <strong>de</strong> las higueras <strong>de</strong>l tío Reza-quedito, punto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

cual ya no se veía la casa-, hoy tengo que <strong>de</strong>cirte la última palabra acerca <strong>de</strong>l asunto que<br />

hace tiempo me trae muy caviloso. Me he dado una batalla, querida Sola, me he dado<br />

una batalla y me he arrollado completamente, me he <strong>de</strong>rrotado en toda la línea. Acaso<br />

no me enten<strong>de</strong>rás.<br />

-No mucho -dijo Sola, creyendo <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>cir que no, aunque algo se le iba<br />

entendiendo <strong>de</strong> aquellas cosas, y aun algos había ella penetrado en días anteriores, con<br />

su natural agu<strong>de</strong>za.<br />

-Pues se han concluido mis vacilaciones y a casarse tocan. Entre los dos se<br />

establecerá un parentesco <strong>de</strong> cariño, <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento y <strong>de</strong> amistad que no nos<br />

separará sino en el sepulcro. ¿Insiste usted en lo que manifestó aquella noche? Creo que<br />

no lo habrá olvidado usted, pues yo, si cien años viviera, no lo olvidaría.<br />

-No lo he olvidado, y ahora repito lo que dije, y me confirmo en ello.

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