13.04.2013 Views

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

16 a 20 - Weblog de Francesc Martínez Mateo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Al levantarme con la cabeza llena <strong>de</strong> brumas, pensé en la extraña ley <strong>de</strong> las<br />

casualida<strong>de</strong>s que a veces gobiernan la vida. En aquella época creía yo aún en las<br />

casualida<strong>de</strong>s, en la buena o mala suerte y en el <strong>de</strong>stino, fuerzas misteriosas que<br />

ciegamente, según mi modo <strong>de</strong> ver, causaban nuestra felicidad o nuestra <strong>de</strong>sgracia.<br />

Después han variado mucho mis [2<strong>20</strong>] i<strong>de</strong>as y tengo poca fe en el dogma <strong>de</strong> las<br />

casualida<strong>de</strong>s.<br />

Mi cerebro estaba aquella mañana, como he dicho, cargado <strong>de</strong> neblinas. Pero el día<br />

no podía haber amanecido más hermoso, y para ser 12 <strong>de</strong> Junio en Andalucía, no era<br />

fuerte el calor. Sevilla sonreía convidando a las dulces pláticas amorosas, a las<br />

divagaciones <strong>de</strong> la imaginación y a exhalar con suspiros los aromas <strong>de</strong>l alma que van<br />

<strong>de</strong>sprendiéndose y saliendo, ya gimiendo ya cantando entre vagas sensaciones que son a<br />

la manera <strong>de</strong> una pena <strong>de</strong>liciosa.<br />

Pero yo continuaba con mi i<strong>de</strong>a fija y la contrariedad que me atormentaba. A ratos<br />

<strong>de</strong>teníame a analizar aquel singular estado mío y me asombraba <strong>de</strong> verme tan dominada<br />

por un vano capricho. Es verdad que yo le amaba; pero ¿no había sabido consolarme<br />

honradamente <strong>de</strong> su ausencia <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Benabarre? ¿Por qué en Sevilla ponía tanto<br />

empeño en tenerle a mi lado? ¿Acaso no podía vivir sin él? Meditando en esto, me creía<br />

muy capaz <strong>de</strong> prescindir <strong>de</strong> él en la totalidad <strong>de</strong> la vida; pero en aquel caso mi corazón<br />

había soltado prendas, habíase fatigado mucho, había, digámoslo así, a<strong>de</strong>lantado<br />

imaginariamente gran parte <strong>de</strong> sus goces; <strong>de</strong> modo que pa<strong>de</strong>cía horriblemente al verse<br />

<strong>de</strong>sairado. Aquel suplicio <strong>de</strong> Tántalo a que había estado [221] sujeto, irritábale más, y<br />

ya se sabe que las ambiciones más ardientes son las <strong>de</strong>l corazón, y que en él resi<strong>de</strong>n los<br />

caprichos y la terrible ley satánica que or<strong>de</strong>na <strong>de</strong>sear más aquello que más<br />

resueltamente nos es negado. Así se explica la in<strong>de</strong>corosa persecución <strong>de</strong> un hombre en<br />

que yo, sin po<strong>de</strong>r dominarme, estaba empeñada.<br />

Or<strong>de</strong>né a Mariana que se preparase para salir conmigo. Mientras yo me peinaba y<br />

vestía, díjome que había oído hablar <strong>de</strong> la partida <strong>de</strong> Su Majestad aquel mismo día y que<br />

Sevilla estaba muy alborotada. Poco me interesaba este tema y le mandé callar; pero<br />

<strong>de</strong>spués me contó cosas muy <strong>de</strong>sagradables. En la noche anterior y por la mañana, dos<br />

diputados resi<strong>de</strong>ntes en la misma casa y que traían entre manos la conquista <strong>de</strong> mi<br />

criada, le habían hecho con respecto a mí, indicaciones maliciosas. Según me dijo, eran<br />

conocidas y comentadas mis relaciones con el secretario <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong>l Parque. ¡Maldita<br />

sociedad! Nada en ella pue<strong>de</strong> tenerse secreto. Es un sol que todo lo alumbra, y en vano<br />

intenta el amor hallar bajo él un poco <strong>de</strong> sombra. A don<strong>de</strong> quiera que se esconda vendrá<br />

a buscarle la impertinente claridad <strong>de</strong>l mundo, <strong>de</strong> modo que por mucho que os<br />

acurruquéis, a lo mejor os veis inundados por los rayos <strong>de</strong> la [222] intrusa linterna que<br />

va buscando faltas. El único remedio contra esto es arrojar mucha, muchísima luz sobre<br />

las <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s ajenas, para que las propias resulten ligeramente oscurecidas. No sé por<br />

qué <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Mariana vino a mí con aquellos chismes me figuré que mi difamación<br />

procedía <strong>de</strong> los labios <strong>de</strong> la marquesa <strong>de</strong> Falfán. -¡Ah, bribona! -dije para mí-, si yo<br />

hablara...<br />

Las hablillas no me acobardaron. Siendo culpable, hice lo que correspon<strong>de</strong> a la<br />

inocencia: <strong>de</strong>spreciar las murmuraciones.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!