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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

A 80 kilómetros el Lawrence Livermore Laboratory realiza trabajo reservado, relacionado<br />

con el desarrollo de bombas nucleares y proyectos de la Guerra de las Galaxias. Éste<br />

podría ser perfectamente el objetivo de un hacker. Pero el ordenador del Livermore no está<br />

conectado con el mundo exterior y, por consiguiente, no se puede entrar en el mismo por<br />

vía telefónica. Su información reservada está protegida por la fuerza bruta: el aislamiento.<br />

Si alguien lograba introducirse en nuestro sistema, ¿qué conseguiría? Podría leer cualquier<br />

ficha pública. Casi todos nuestros científicos archivan así sus datos, para que puedan<br />

leerlos sus colaboradores. Parte del software de los sistemas era también pública.<br />

Aunque la denominemos pública, no significa que dicha información deba estar al alcance<br />

de cualquier desconocido. Parte de la misma está protegida por la ley de la propiedad<br />

intelectual, al igual que nuestros archivos de software y programas de procesamiento de<br />

textos. Otras bases de datos —los domicilios de nuestros empleados y los informes<br />

incompletos del trabajo que realizan— tampoco son para el dominio público. No obstante,<br />

difícilmente pueden calificarse de material sensible y están muy lejos de constituir<br />

información reservada.<br />

No, lo que me preocupaba no era que alguien se introdujera en nuestro ordenador en<br />

calidad de invitado y averiguara el número de teléfono de algún empleado. Mi<br />

preocupación se centraba en un problema de mucha mayor envergadura: ¿podría un<br />

desconocido convertirse en superusuario?<br />

A fin de satisfacer simultáneamente a un centenar de usuarios, el sistema de operaciones<br />

del ordenador distribuye los recursos del aparato aproximadamente del mismo modo en<br />

que un edificio se divide en apartamentos. Cada apartamento funciona independientemente<br />

de los demás. Mientras un inquilino mira la televisión, puede que otro hable por teléfono y<br />

un tercero esté lavando los platos. <strong>El</strong> complejo suministra servicios como la electricidad, el<br />

teléfono interior y el agua. Los inquilinos se quejan de la lentitud de los servicios y de los<br />

alquileres desorbitados.<br />

Simultáneamente, en el ordenador un usuario puede estar resolviendo un problema<br />

matemático, mientras otro manda un mensaje electrónico a Toronto y un tercero escribe<br />

una carta. <strong>El</strong> software de los sistemas y el sistema de operaciones suministran los servicios<br />

del ordenador; todos los usuarios se quejan de la poca fiabilidad del software, lo<br />

enigmático de la documentación y lo exorbitante de los costes.<br />

La intimidad en el interior del edificio se regula con llaves y cerrojos. Ningún inquilino<br />

puede entrar en el apartamento de otro sin la correspondiente llave y (si las paredes son lo<br />

suficientemente sólidas) las actividades de uno no molestan a los demás. En el ordenador<br />

es el sistema de operaciones lo que garantiza la intimidad de cada usuario. Uno no puede<br />

invadir la zona de otro sin la palabra clave apropiada y (si el sistema de operaciones<br />

distribuye equitativamente los recursos) los programas de un usuario no se mezclan con los<br />

de los demás.<br />

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