11.05.2013 Views

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Clifford Stoll<br />

—¿Conoces a Robert Morris? —le pregunté.<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—Sí, pero ya no está aquí —respondió con el rostro muy pálido, antes de cerrarme la<br />

puerta en las narices.<br />

Me alejé por el pasillo, reflexioné y volví a llamar a la puerta.<br />

—¿Has oído hablar del virus?<br />

—R.T.M., no puede haberlo hecho. Estoy seguro.<br />

Un momento. Ni siquiera le había preguntado si Morris lo había escrito y ese individuo lo<br />

negaba. Había una forma sencilla de poner a prueba su veracidad.<br />

—¿Cuándo utilizó Morris, por última vez, los ordenadores de Harvard?<br />

—<strong>El</strong> año pasado, cuando estudiaba aquí. Ahora está en Cornell y ya no conecta con<br />

nuestros ordenadores.<br />

La versión de aquel individuo no coincidía con el registro de contabilidad de su ordenador.<br />

Uno de ellos mentía. Apuesto a que no era el ordenador.<br />

Charlamos unos cinco minutos y me contó que era un buen amigo de Morris, que<br />

trabajaban en el mismo despacho y que R.T.M., jamás escribiría un virus informático.<br />

—Claro, por supuesto.<br />

Me marché pensando que el antiguo compañero de Morris hacía todo lo posible para<br />

encubrirle. Morris debía de estar en contacto con él y estaban ambos asustados.<br />

Yo también lo estaría, dadas las circunstancias. La mitad del país estaba buscando al<br />

creador del virus.<br />

¿Dónde había empezado el virus? Examiné otros ordenadores en Cambridge, en busca de<br />

conexiones con Cornell. En un aparato del laboratorio de inteligencia artificial del MIT<br />

había registrada una conexión ya avanzada la noche, desde el ordenador de Robert Morris<br />

en Cornell.<br />

Ahora todo tenía sentido. <strong>El</strong> virus había sido diseñado y construido en Cornell. A<br />

continuación, su creador se había servido de Arpanet para conectar con el MIT y soltarlo.<br />

Al cabo de un rato le había entrado pánico, cuando se dio cuenta de que estaba<br />

descontrolando. Conectó con el ordenador de Harvard, ya fuera para comprobar el<br />

progreso del virus, o para pedir ayuda a su amigo.<br />

Sin embargo, el chiste era a costa mía. No se me había ocurrido que Robert T. Morris era<br />

el hijo de Bob..., claro, Robert Morris, hijo de Bob Morris, que sólo ayer me había dicho<br />

que conocía la brecha del Sendmail desde hacía años. Bob Morris, el gran jefazo que me<br />

había acribillado a preguntas de astrofísica, antes de casi asfixiarme con el humo de sus<br />

cigarrillos.<br />

Página 320 de 331

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!