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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

—Debo marcharme. No puedo seguir hablando.<br />

Colgó.<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Markus Hess. Después de tanto tiempo, resulta que el nombre de mi cuco es Markus Hess.<br />

Pues bien, habla inglés, aunque sin contracciones, y es tan paranoico por teléfono como en<br />

el ordenador; siempre mirando por encima del hombro. La prensa alemana dice que Hess<br />

mide metro ochenta, tiene veinticinco años, es corpulento y entre sus amigos se le conoce<br />

como un buen programador de Unix, aunque no genial. Y es un fumador empedernido de<br />

Benson & Hedges.<br />

Consulto una vez más la guía telefónica de Hannover. Efectivamente, ahí está su nombre,<br />

pero ¿quién es? ¿Qué es lo que se propone? Nunca lo averiguaré desde Berkeley.<br />

¿Tal vez debería llamar a alguien en Alemania? ¿A quién conozco? Un par de estudiantes<br />

en el Instituto Max Planck, algunos astrónomos de Darmstadt y un compañero de<br />

universidad en Hamburgo.<br />

A fines de verano, un amigo de un amigo me mandó una carta: «Necesito dónde alojarme<br />

durante una visita a San Francisco. ¿Puedo acostarme en el suelo de tu casa?» Parecía<br />

tratarse de un estudiante, procedente del extranjero.<br />

Martha, Claudia y yo no dirigíamos exactamente un albergue juvenil, pero nuestras puertas<br />

estaban siempre abiertas a los amigos. Michael Sperber pasó un par de noches en casa y<br />

nos divirtió con las anécdotas de sus viajes por Norteamérica. De igual interés para mí, fue<br />

el hecho de que su padre, Jochen Sperber, fuera periodista en el norte de Alemania y<br />

pudiera ponerse en contacto con hac-kers en la región de Hannover.<br />

Había dado en el blanco. Por pura casualidad, había encontrado a alguien curioso, tenaz y<br />

capaz de indagar en Alemania. A lo largo de los próximos cinco meses, Jochen Sperber<br />

descubrió suficiente información para reconstruir lo ocurrido al otro extremo.<br />

¿Qué había ocurrido? He aquí mi versión, basada en entrevistas, informes de la policía,<br />

artículos de la prensa y mensajes de programadores alemanes.<br />

Había estado persiguiendo una sombra. Ahora podía esbozar un retrato.<br />

* * *<br />

A principios de los años ochenta, el Bundespost alemán amplió el servicio telefónico para<br />

incluir redes de datos. Su servicio Datex tuvo un principio lento, pero en 1985 los negocios<br />

y las universidades comenzaron a afiliarse al mismo. Era una forma conveniente, aunque<br />

no barata, de conectar ordenadores entre sí por toda Alemania.<br />

Como en cualquier otro lugar, los estudiantes comenzaron a aprovecharse de dicho<br />

servicio. Al principio, descubriendo fallos en la protección del sistema y, más adelante,<br />

hallando formas de conectar con el extranjero a partir de la red. <strong>El</strong> Bundespost dedicaba<br />

todos sus esfuerzos al lanzamiento de Datex, e hizo caso omiso de dichos hackers.<br />

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