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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—¿Cómo? ¿Después de cinco meses me mandáis de nuevo al fiscal del distrito?<br />

No podía creerlo.<br />

—Si decides seguir mi consejo, el FBI actuará como enlace entre la policía local y las<br />

autoridades alemanas. La investigación correría a cargo de la policía local y el proceso<br />

tendría lugar en Berkeley.<br />

—Fred, me cuesta dar crédito a tus palabras. Ese individuo se ha infiltrado en treinta<br />

ordenadores dispersos por todo el país, ¿y ahora me dices que se trata de un problema local<br />

de Berkeley?<br />

—Lo que te estoy diciendo —prosiguió el justiciero— es que el FBI ha decidido<br />

abandonar el caso. Si deseas seguir adelante, será mejor que lo hagas mediante tu policía<br />

local.<br />

No había transcurrido todavía una hora cuando recibí una llamada de Steve White, de<br />

Tymnet. <strong>El</strong> Bundespost alemán acababa de transmitirle el siguiente mensaje electrónico:<br />

«Las autoridades norteamericanas deben ponerse en contacto urgentemente con el fiscal<br />

alemán, o de lo contrario el Bundespost dejará de cooperar. No podemos proseguir sin<br />

ninguna notificación oficial. No intervendremos líneas telefónicas sin las órdenes<br />

judiciales correspondientes. Asegúrense de que el FBI se ponga inmediatamente en<br />

contacto con el BKA alemán.»<br />

¡Maldita sea! Después de preparar la cooperación entre ambas agencias durante varios<br />

meses, el FBI se retira precisamente cuando se le necesita.<br />

No tenía mucho donde elegir. Podíamos cerrar el caso y echar a rodar cinco meses de<br />

investigación o seguir adelante y exponernos a la censura del FBI.<br />

Cerrar nuestros ordenadores equivalía a permitir que el hacker deambulara libremente por<br />

nuestras redes sin que nadie le observara. Permanecer abiertos tampoco nos conduciría al<br />

hacker, ya que el Bundespost no localizaría la llamada sin la autorización del FBI. En<br />

ambos casos ganaba el hacker.<br />

Era el momento de hablar con mi jefe.<br />

—Nunca había confiado en el FBI —dijo Roy Kerth, después de aceptar la noticia sin<br />

reserva alguna—. Prácticamente les hemos resuelto el caso y todavía se niegan a<br />

investigar.<br />

—Entonces ¿qué hacemos?<br />

—Nosotros no trabajamos para el FBI. No pueden decirnos lo que debemos hacer.<br />

Permaneceremos abiertos hasta que el Departamento de Energía nos ordene lo contrario.<br />

—¿Crees que debo llamarlos?<br />

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