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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

DIECISÉIS.<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Habría sido un buen espectáculo para los fantasmas si el hacker hubiera aparecido mientras<br />

estaban de visita. Pero no hizo acto de presencia hasta el día siguiente, a las 9.10 de la<br />

mañana. Una vez más empezamos a seguir la llamada a través de Tymnet y de la compañía<br />

telefónica, y por segunda vez tropezamos con un muro infranqueable en algún lugar de<br />

Virginia. Si nuestra orden judicial de California fuera válida para Virginia...<br />

Aquel día al hacker no le faltaba confianza, ni siquiera arrogancia. Efectuó sus<br />

manipulaciones habituales: verificar quién está utilizando el sistema, introducirse por la<br />

brecha de nuestro sistema operacional y hacer un listado de la correspondencia electrónica.<br />

Antes cometía alguno que otro error, cuando probaba nuevas órdenes. Hoy actuaba con<br />

pericia y decisión. Ninguna equivocación.<br />

Como si hiciera una exhibición.<br />

Conectó directamente con el arsenal del ejército en Anniston e imprimió una pequeña ficha<br />

sobre la fiabilidad en combate de los misiles del ejército. A continuación intentó conectar<br />

con el laboratorio de investigación balística del ejército en Aberdeen, Maryland. En un<br />

segundo Mil-net le había conectado, pero las claves de dicho laboratorio le impidieron<br />

introducirse en su ordenador.<br />

Me hizo perder el resto de la mañana, mientras examinaba las fichas de nuestros<br />

científicos, en busca de palabras clave. Entre la documentación de un físico encontró una<br />

antigua ficha que describía la forma de introducirse en un superordenador Cray del<br />

Lawrence Livermore Laboratory.<br />

Para evitar que alguien adivinara las claves de su superordenador, Livermore utilizaba<br />

también claves generadas al azar por el propio ordenador, como agnitfom o ngagk.<br />

Evidentemente, nadie es capaz de recordar semejantes palabras. ¿Consecuencia? Hay quien<br />

las archiva en fichas informáticas. ¿De qué sirve un complejo cerrojo si se escribe la<br />

combinación en la pared?<br />

Dave Cleveland, nuestro gurú del Unix, observaba al hacker.<br />

—Por lo menos no podrá introducirse en los ordenadores secretos de Livermore —dijo.<br />

—¿Por qué no?<br />

—Su sistema secreto no tiene contacto alguno con la red. Está aislado.<br />

—En tal caso, ¿a qué conduce la palabra clave?<br />

—En Livermore hay unos cuantos ordenadores que no son secretos, destinados a la<br />

investigación de la energía de fusión.<br />

—Esto me suena a fabricación de bombas.<br />

A mí cualquier tipo de fusión me hacía pensar en bombas.<br />

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