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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—No estoy tan seguro —respondió Roy, acomodándose en su silla—. Si se tratara de<br />

alguien de Berkeley, ¿por qué llamaría a través de Tymnet, cuando le bastaría con una<br />

llamada urbana para conectar directamente con nuestro sistema?<br />

—Puede que lo de Tymnet sólo sea para confundirnos —repliqué—. Un lugar donde<br />

esconderse. Si llamara directamente al laboratorio, le localizaríamos. Sin embargo ahora<br />

tenemos que localizar Tymnet y la llamada telefónica.<br />

A pesar de mi gesticulación, no logré convencer a mi jefe. Puede que debido a su<br />

experiencia científica, o quizá a su cinismo, Roy prefería no formarse ningún prejuicio: no<br />

se tratará de un estudiante hasta que le hayamos descubierto. Sin duda la actividad del fin<br />

de semana demostraba que se trataba de un buen programador, pero podíamos estar<br />

observando a un informático competente de cualquier lugar del mundo. Para descubrir al<br />

individuo era preciso localizar las líneas telefónicas. <strong>El</strong> coste de pruebas irrefutables era<br />

trabajar duro.<br />

Ante el rastro de nuestro visitante misterioso, Roy sólo veía huellas. Yo veía a un intruso.<br />

Roy decidió no decidir.<br />

—Cerremos todas las conexiones de la red durante un día. Mañana por la mañana hablaré<br />

con el director del laboratorio y tomaremos una decisión.<br />

Podíamos retrasarlo, pero tarde o temprano tendríamos que empezar la tarea de localizar al<br />

hacker, o cerrarle las puertas.<br />

¿Me apetecía perseguir a alguien por la ciudad? Sería distinto de la informática científica.<br />

No tenía nada que ver con la astronomía ni con la física. Y recordaba más bien un juego de<br />

guardias y ladrones, o el del escondite.<br />

Sin embargo, en su lado positivo, aprendería a intervenir teléfonos y redes informáticas. Lo<br />

más emocionante era imaginar la expresión en el rostro de algún adolescente cuando<br />

irrumpiéramos en la habitación de su residencia estudiantil chillando:<br />

— ¡No te muevas! ¡Deja caer el teclado!<br />

<strong>El</strong> martes por la tarde me llamó Roy.<br />

—<strong>El</strong> director dice que esto es terrorismo electrónico. Que utilicemos todos los recursos<br />

necesarios para atrapar a ese cabrón. Cógete todo el tiempo que necesites. Tres semanas, si<br />

es necesario. ¡Atrápale!<br />

Si lo que deseaba era atrapar al hacker, contaba con el apoyo de la dirección.<br />

SEIS.<br />

Regresé a mi casa en bicicleta, pensando en diversas estratagemas para cazar al hacker. Sin<br />

embargo, al acercarme a mi casa, la idea que empezó a ocupar mi mente fue la de la cena.<br />

Era maravilloso tener a alguien con quien compartir el hogar.<br />

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