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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Como último recurso, podía llamar a mi hermana Jean-nie a Virginia. La vida para ella era<br />

un poco alocada. ¿Qué impresión debía producirle, desde su punto de vista, sentirse<br />

absorbida por un creciente torbellino de delirio informático?<br />

Lo único que necesitaba, para empezar, era un poco de trabajo telefónico. Le agradecería<br />

que llamara a las escuelas secundarias de la zona de McLean e intentara localizar al<br />

misterioso profesor de matemáticas: señor Maher. Comparado con lo poco que hacían los<br />

del FBI, cualquier ayuda de la costa este, por pequeña que fuera, sería de agradecer.<br />

Además, Jeannie tenía experiencia con el Departamento de Defensa. Bien, a decir verdad,<br />

cualquiera tenía más experiencia que yo con los militares. Confiaba en la discreción de mi<br />

hermana. Aunque sólo se limitara a escuchar, me sería de gran ayuda.<br />

Llamé a Jeannie a la oficina y comencé a darle las debidas explicaciones, pero en el<br />

momento en que mencioné las palabras «hacker» y «Milnet», dijo inmediatamente:<br />

—De acuerdo. ¿Qué quieres que haga?<br />

Resultó que el centro de investigación y desarrollo de la armada para el que trabajaba había<br />

advertido a sus empleados sobre el riesgo de infiltraciones en los ordenadores. Jeannie me<br />

ofreció su ayuda con una pequeña condición.<br />

—Sería encantador por tu parte si lograras que alguien me escribiera una pequeña nota de<br />

agradecimiento. Por ejemplo la OSI, el FBI, o quien sea.<br />

Cuando hablé con la OSI, les transmití la petición de Jeannie y me aseguraron que era cosa<br />

hecha.<br />

—Somos expertos en recomendaciones —dijeron.<br />

(Ni soñarlo. A pesar de abundantes promesas por parte de comandantes, coroneles y<br />

generales a lo largo del año siguiente, mi hermana nunca llegó a recibir ninguna<br />

recomendación oficial. Finalmente llegamos a la conclusión de que no es posible que<br />

alguien en un sector determinado de la burocracia federal expresara de forma oficial su<br />

agradecimiento a una persona de otro sector.)<br />

En todo caso, Jeannie decidió empezar a investigar en la hora del almuerzo y, antes de<br />

transcurrida una hora, llamó para darme cierta información.<br />

—<strong>El</strong> instituto más próximo a Mitre es el de McLean —dijo—, y ahí es por donde he<br />

empezado. He dicho que deseaba hablar con un profesor de matemáticas llamado señor<br />

Maher. Han repetido el nombre, me han dicho que esperara un momento y me han puesto<br />

con alguien. Entonces he colgado.<br />

¿Era posible que mi hermana, con una sola llamada, hubiera averiguado más que el FBI?<br />

Dadas las circunstancias, quizá debía pedirle que siguiera investigando.<br />

—¿Por qué no te acercas a ese instituto y averiguas si tienen ordenadores? La mayor parte<br />

de los institutos suelen tenerlos. Al mismo tiempo, mira si encuentras a Knute Sears en el<br />

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