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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Eso me recordó el comentario de aquel individuo de la NSA. Era el momento de llamar a<br />

Bob Morris. Le hablé de la carta y se mostró moderadamente interesado.<br />

—¿Quieres que te mande una copia por correo urgente?<br />

—No es necesario. Mándala por correo de primera clase.<br />

Parecía más interesado por mis técnicas de detección que por el contenido de la carta. En<br />

cierto modo no me sorprendía: había llegado a la conclusión de que ocurría algo grave.<br />

La OSI de las fuerzas aéreas mandó a un investigador para examinar la carta. <strong>El</strong> agente,<br />

Steve Shumaker, tuvo el sentido común de venir vestido con un mono de tirantes y una<br />

camiseta para no alarmar a los indígenas. Me pidió una copia de la carta y de las<br />

conexiones con el sistema de comandancia de la división espacial de las fuerzas aéreas.<br />

Se proponían hacer una autopsia de las infiltraciones del hacker.<br />

—No tengo ningún inconveniente en darte una copia de la carta —dije a Shumaker—, pero<br />

no puedo entregarte las copias del ordenador. <strong>El</strong> FBI me ha dicho que debo guardarlas bajo<br />

llave, por si hay que presentarlas como pruebas.<br />

—¿Puedes fotocopiarlas?<br />

¡Maldita sea! ¿Fotocopia!" quinientas páginas de texto informático?<br />

Pues bien, pasamos una hora frente a la fotocopiadora colocando esas malditas hojas en la<br />

máquina. Pregunté al detective de la OSI lo que pensaba de la carta de Pittsburgh.<br />

—Hemos advertido a todo el mundo que algo parecido probablemente ocurriría. Puede que<br />

ahora despierten a la realidad.<br />

—¿Qué habéis hecho hasta ahora?<br />

—Visitamos los centros y procuramos que sean más conscientes de su seguridad —<br />

respondió—. Hemos formado un equipo que pone a prueba la seguridad de sus<br />

ordenadores, intentando infiltrarse en los sistemas de las fuerzas aéreas. Lo que hemos<br />

descubierto no es nada alentador.<br />

—¿Me estás diciendo que sois los únicos en poner a prueba la seguridad informática de las<br />

fuerzas aéreas? —pregunté—. Debéis tener millares de ordenadores.<br />

—A decir verdad, hay otro grupo en San Antonio, la comandancia de seguridad electrónica<br />

de las fuerzas aéreas, que busca brechas electrónicas en los sistemas de seguridad —<br />

respondió Shumaker—. Se interesan particularmente por la seguridad de las<br />

comunicaciones, ya sabes, protegiendo el secreto de las transmisiones radiofónicas. No te<br />

quepa duda de que son muy astutos.<br />

Gibbons, del FBI, era también muy astuto. Por fin, ahora que estaba plenamente<br />

comprometido, quería estar al corriente de todo lo que ocurría. Cada vez que aparecía el<br />

hacker, Mike quería saberlo inmediatamente. Me llamaba varias veces al día para pedir<br />

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