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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—Intentan construir reactores de fusión para generar electricidad barata. Ya sabes:<br />

reacciones de fusión dentro de campos magnéticos en forma de buñuelo.<br />

—Por supuesto. Jugaba con uno cuando era niño.<br />

—Lo suponía. <strong>El</strong> caso es que, al no tratarse de investigación bélica, el ordenador en<br />

cuestión es accesible mediante las redes informáticas.<br />

—Habrá que avisar a Livermore para que cancelen esa cuenta.<br />

—Espera un momento. Desde aquí no se puede conectar con el ordenador de energía de<br />

fusión magnética. Ese hacker amigo tuyo quedará sin aliento intentándolo.<br />

—Esto no va a gustar al guarda, Yogi...<br />

—Confía en mí.<br />

<strong>El</strong> hacker siguió husmeando durante algunos minutos y desconectó. Ni siquiera intentó<br />

conectar con Livermore.<br />

—Ya ves en qué ha quedado tu teoría —dijo Dave, en-cogiéndose de hombros.<br />

Con la esperan/a de que se utilizaran como prueba pericial, Dave y yo firmamos las copias<br />

de la impresora. Dejamos las impresoras en la sala de conexiones y regresé a mi despacho.<br />

Todavía no había transcurrido una hora cuando sonó la alarma en mi terminal; el hacker<br />

había regresado.<br />

Sin embargo, ninguna de las impresoras registraba su actividad. Verifiqué los sistemas<br />

Unix y vi que había conectado con el nombre de Sventek. Pero no había entrado por las<br />

terminales de Tymnet.<br />

Examiné rápidamente los modems: dos científicos editando programas, un funcionario<br />

redactando el texto de un contrato y un estudiante que escribía una carta de amor. Ni rastro<br />

del hacker.<br />

Regresé a mi despacho para observar a los usuarios del Unix. Efectivamente, ahí estaba<br />

Svenlek. Pero ¿cómo había entrado?<br />

La terminal a la que estaba conectado no era una línea común de 1 200 bauds y por ello no<br />

se registraba su presencia en la sala de conexiones. No, procedía de nuestra propia red.<br />

Nuestros cables. La manguera verde que inter-conectaba un centenar de terminales y<br />

ordenadores personales por todo el laboratorio.<br />

Fui corriendo al despacho de Wayne y le dije:<br />

—¡Observa: el hacker está en nuestra red local!<br />

—Tranquilízate, Cliff. Déjame ver. Efectivamente, ahí está Sventek, en el Unix-4. ¿Qué<br />

piensas hacer?<br />

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