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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

—¿Quién manda?<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Yo miraba al grupo del FBI y veía que Mike Gibbons, encargado del caso, se hundía en su<br />

silla. George Lañe, sentado junto a él, respondía en nombre del FBI:<br />

—Puesto que no nos concederán la extradición de ese individuo, el FBI no está dispuesto a<br />

dedicar muchos recursos al caso. Hemos hecho ya todo lo que podemos.<br />

—Os hemos estado suplicando que llaméis a los alemanes —replicaron los representantes<br />

del DOE—. Los alemanes os suplican que os pongáis en contacto con ellos. Pero en Bonn<br />

todavía no han visto la orden judicial.<br />

Hemos tenido algunos problemas con el despacho de nuestro legado, pero esto no es lo que<br />

nos concierne en este momento —respondió Lañe—. Lo fundamental es que el hacker no<br />

ha causado ningún daño.<br />

Russ Mundy, gallardo coronel de la Defense Communication Agency, fue incapaz de<br />

contenerse:<br />

—¡Ningún daño!... Ese individuo se infiltra en un par de docenas de ordenadores militares,<br />

¿y eso no es ningún daño? Está robando tiempo informático y conexiones de la red. Para<br />

no mencionar los programas, la información y las claves. ¿Cuánto tenemos que esperar?<br />

¿Hasta que se meta en algo realmente grave?<br />

—Pero no está en juego ninguna información confidencial —dijo el agente del FBI—. Y<br />

en cuanto al dinero, ¿qué se ha perdido? ¿Los setenta y cinco centavos de Berkeley?<br />

—Tenemos una gran confianza en nuestras redes para comunicarnos —dijo entonces el<br />

coronel, planteando otro enfoque—. No sólo los militares, sino los ingenieros, los<br />

estudiantes, las secretarias y, ¡diablos!, incluso los astrónomos —agregó, moviendo una<br />

mano en mi dirección—. Ese cabrón menosprecia la confianza que mantiene a nuestra<br />

comunidad unida.<br />

Para el FBI, el hacker no era más que una pequeña molestia; tal vez un jovenzuelo que<br />

hacía travesuras al salir del colegio. Los militares lo consideraban como un grave ataque<br />

contra sus líneas de comunicación.<br />

<strong>El</strong> Departamento de Justicia apoyaba al FBI.<br />

—¿Para qué molestarse cuando sabemos que Alemania no concederá la extradición de un<br />

ciudadano alemán? Además, el FBI recibe un centenar de denuncias parecidas todos los<br />

años y sólo logramos procesar a uno o dos.<br />

Siguió diciendo que con mi cuaderno y las copias, ambos aceptables como pruebas,<br />

bastaba para condenar al culpable. Además, según el código penal estadounidense, no era<br />

preciso atrapar al hacker in fraganti; es decir, conectado a un ordenador extranjero.<br />

—De modo que lo más sensato es cerrarle las puertas. No es necesario seguir reforzando el<br />

caso y disponemos ya de bastantes pruebas para procesarle.<br />

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