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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—Lo que hicieron fue modificar el sistema para introducir una clave que les abriera una<br />

puerta trasera. Pero si lo que buscas son titulares como «hackers destrozan sistema», éste<br />

no es nuestro caso. Estas filtraciones son mucho más capciosas. Se trata de programadores<br />

técnicamente experimentados, pero sin ética alguna, que no muestran ningún respeto por el<br />

trabajo ni la intimidad de los demás. No se dedican a destrozar uno o dos programas, sino a<br />

destruir la cooperación en la que se basan nuestras redes.<br />

He aquí un individuo que se tomaba muy en serio la informática. No aprendí gran cosa<br />

sobre los hackers alemanes, pero por lo menos hablé con alguien que los describía en los<br />

mismos términos que yo. Bob comprendía que el daño no se medía en dólares robados,<br />

sino en pérdida de confianza. Para el no se Halaba de un juego, sino de un grave ataque<br />

contra la sociedad abierta.<br />

En otra época habría discutido con Bob arguyendo que no era más que una diversión<br />

juvenil. Tal vez habría sentido simpatía y respeto por alguien que lograba infiltrarse en<br />

tantos ordenadores. Pero ahora ya no.<br />

Bob también mencionó que un club alemán del caos se dedicaba a atacar el ordenador<br />

estadounidense de Fermilab. Los llamé a Illinois y hablé con el director de su sistema.<br />

—Efectivamente —respondió—. Unos hackers alemanes nos han estado creando<br />

quebraderos de cabeza. Se autodenominan Club Informático del Caos.<br />

—¿Se dedican a espiar? —pregunté.<br />

—No bromees. Nuestro trabajo no tiene nada de secreto.<br />

¡Quién sabe! ¿Eran gamberros o espías?<br />

—¿Puedes identificarlos?<br />

—Uno utiliza el seudónimo de Hagbard. Otro, Pengo. No conozco sus nombres<br />

verdaderos.<br />

—¿Has protegido el sistema desde que los detectaste?<br />

—Un poco. Intentamos realizar una labor científica y no queremos cerrar las puertas al<br />

mundo exterior. Pero con esos gamberros es difícil mantener un centro informático abierto.<br />

¡Ojalá eligieran a otro, como por ejemplo los militares! O la NSA.<br />

Si lo supiera...<br />

—¿Supongo que la policía no habrá sido de gran ayuda?<br />

—No mucha. Escuchan, pero no hacen prácticamente nada.<br />

Llamé a Stanford y pregunté a uno de sus directores de sistema, Dan Kolkowitz, si tenía<br />

alguna noticia de Alemania.<br />

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