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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Peter Cari se reunía periódicamente con agentes del KGB en Berlín oriental para venderles<br />

cualquier información que los demás hubieran obtenido. Cuando el BKA alemán lo<br />

descubrió, estaba a punto de huir a España. Ahora está en la cárcel, pendiente de juicio,<br />

junto con Dirk Bresinski, a quien detuvieron por haber desertado del ejército alemán.<br />

Pengo ha empezado a tener remordimientos por los años que ha pasado trabajando para el<br />

KGB. Dice que confía en «haber actuado correctamente al ofrecer a la policía alemana<br />

información detallada sobre mi participación».<br />

Pero mientras sigan existiendo cargos criminales, no dirá nada más.<br />

Por otra parte, la publicidad no ha favorecido la carrera profesional de Pengo. Sus socios se<br />

han alejado discretamente y varios de sus proyectos informáticos han sido anulados.<br />

Aparte de sus pérdidas comerciales, no parece creer que haya nada de malo en lo que hizo.<br />

En la actualidad Markus Hess pasea libremente por las calles de Hannover, bajo fianza a la<br />

espera del juicio por espionaje. Fumando Benson and Hedges. Y mirando por encima del<br />

hombro.<br />

Hagbard, que trabajó con Hess durante un año, intentó abandonar su adicción a la cocaína<br />

a fines de 1988. Pero no antes de gastar los beneficios obtenidos del KGB; estaba sin<br />

trabajo y cargado de deudas. En la primavera de 1989 consiguió un trabajo en las oficinas<br />

de un partido político en Hannover. Gracias a su cooperación con la policía, él y Pengo han<br />

logrado que no se les procese por espionaje.<br />

Hagbard fue visto con vida por última vez el 23 de mayo de 1989. La policía encontró sus<br />

huesos calcinados, junto a una lata fundida de gasolina, en un solitario bosque de las<br />

afueras de Hannover. Cerca de allí había un coche prestado, con las llaves todavía en el<br />

contacto.<br />

No se encontró ninguna nota del difunto.<br />

CINCUENTA Y SEIS.<br />

Cuando emprendí esta persecución, me veía a mí mismo inmerso en tareas mundanas.<br />

Hacía lo que me encargaban: evitaba la autoridad y procuraba mantenerme al margen de<br />

los asuntos importantes. Era apático y ajeno a la esfera política. Por supuesto, me sentía<br />

vagamente identificado con el movimiento izquierdista de los años sesenta. Pero nunca<br />

había pensado demasiado en la interacción de mi trabajo con la sociedad... Quizá elegí la<br />

astronomía por su poca relación con los problemas terráqueos.<br />

Ahora, después de haber descendido por este agujero, propio de Alicia en el país de las<br />

maravillas, encuentro a la derecha y a la izquierda unidas en su mutua dependencia de los<br />

ordenadores. Para la derecha, la seguridad informática es necesaria a fin de proteger los<br />

secretos nacionales; a mis amigos izquierdistas los preocupa la invasión de su intimidad,<br />

cuando alguien se infiltra en los bancos de datos. Los centristas reconocen que los<br />

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