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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Raramente hablaba del horror inminente del propio examen, aunque lo tenía siempre<br />

presente. <strong>El</strong> hecho de verla en esa situación me recordaba mi época en la universidad.<br />

En astronomía, empezamos por disfrutar de tres o cuatro años de clases confusas,<br />

conjuntos de problemas imposibles y el desprecio del profesorado. Superada esta prueba,<br />

se nos premia con un examen de ocho horas de duración, con preguntas como: «¿Cómo se<br />

determina la edad de los meteoritos, con el uso de los elementos samado y neodimio?» A<br />

los sobrevivientes se les ofrece el gran honor y placer de someterse a un examen oral ante<br />

un tribunal de eruditos catedráticos.<br />

Guardo un vivo recuerdo de dicha experiencia. Al otro lado de la mesa, cinco catedráticos.<br />

Yo procuraba actuar con naturalidad y disimular mi miedo, mientras el sudor me descendía<br />

por el rostro. Pero me mantenía a flote; lograba divagar superficialmente, dando la<br />

impresión de que sabía algo. Creía que me quedaban ya unas pocas preguntas para que me<br />

dejaran en libertad. Entonces uno de los miembros del tribunal, sentado a un extremo de la<br />

mesa con una perversa sonrisa, comenzó a afilar su lapicero con un cortaplumas.<br />

—Sólo quiero formularte una pregunta, Cliff —dijo sin dejar de esculpir su lápiz—. ¿Por<br />

qué es el cielo azul?<br />

Mi mente estaba absoluta y profundamente en blanco. No tenía ni idea. Miré por la ventana<br />

al cielo, con el asombro primitivo e incomprensivo del hombre neandertalense ante el<br />

fuego. Me obligué a responder algo..., cualquier cosa.<br />

—La dispersión de la luz —dije—. Sí, la dispersión de la luz solar.<br />

—¿Puedes ser más explícito?<br />

Pues bien, las palabras llegaron de algún lugar, de algún instinto profundo de<br />

autoconservación. Hablé sobre el espectro de la luz solar, la parte superior de la atmósfera<br />

y el efecto de la luz en las moléculas del aire.<br />

—¿Puedes ser más explícito?<br />

Describí los momentos bipolares de las moléculas del aire, la dualidad ondas/partículas de<br />

la luz, escribí algunas ecuaciones en la pizarra y...<br />

—¿Puedes ser más explícito?<br />

Al cabo de una hora estaba empapado en sudor. Aquella simple pregunta, propia de niños<br />

de cinco años, me había obligado a relacionar entre sí la teoría oscilatoria, la electricidad y<br />

el magnetismo, la termodinámica e incluso la mecánica cuántica. A pesar de la miserable<br />

tortura a la que estaba sometido, sentí admiración por aquel individuo.<br />

Y ahora, domingo por la mañana, veo cómo Martha elabora serenamente un esquema, con<br />

la mesa del comedor cubierta de libros. Estoy seguro de que aprobará, pero también sé lo<br />

asustada que está y cómo los exámenes hacen que nos sintamos absolutamente estúpidos e<br />

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