11.05.2013 Views

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Imaginé a alguien que firmaba por la mañana, pasaba ocho horas infiltrándose en<br />

ordenadores ajenos y regresaba a su casa.<br />

—No —respondió Martha—. Incluso los ladrones profesionales trabajan a horas inusuales.<br />

Lo que me gustaría saber es si su horario varía los fines de semana.<br />

No supe responderle. Tendría que volver al laboratorio, separar los fines de semana y hacer<br />

una media aparte.<br />

—Pero supongamos que, en realidad, el hacker sólo aparece alrededor del mediodía —<br />

prosiguió Martha—. Puede que sea medianoche donde reside.<br />

¿Dónde es de noche cuando en California es mediodía? Incluso a los astrónomos los<br />

confunde el cambio horario, pero sabía que cuanto más al este, más tarde. Estamos a ocho<br />

horas de Greenwich; por consiguiente, la hora del almuerzo en Berkeley corresponde a la<br />

hora de acostarse en Europa. ¿Estaría el hacker en Europa?<br />

Era improbable, pero valía la pena tenerlo en cuenta. Hacía un par de meses, había medido<br />

la distancia cronometrando los ecos, cuando el hacker utilizaba el Kermil. <strong>El</strong> resultado<br />

obtenido no tenía mucho sentido; el hacker parecía encontrarse a unos diez mil kilómetros<br />

de distancia.<br />

Ahora era lógico. Estábamos a ocho mil kilómetros de Londres. <strong>El</strong> mundo es un pañuelo.<br />

Pero ¿cómo llega desde Europa a nuestras redes? Las llamadas transatlánticas cuestan una<br />

fortuna. ¿Y por qué pasar por Mitre?<br />

Debía seguir recordándome a mí mismo que aquello no eran más que leves indicaciones.<br />

Nada definitivo. Sin embargo, aquella noche me resultó difícil conciliar el sueño. Volvería<br />

al laboratorio y leería de nuevo mi cuaderno con una nueva hipótesis: el hacker podía<br />

proceder del extranjero.<br />

VEINTINUEVE.<br />

<strong>El</strong> sábado por la mañana desperté acurrucado en los brazos de Martha. Después de<br />

juguetear un rato, preparé una hornada de mis casi estelares barquillos, famosos de un<br />

extremo a otro de la galaxia Andrómeda.<br />

A pesar de lo temprano que era, no pude resistir la tentación de ir al laboratorio. Fui en mi<br />

bicicleta por calles laterales para ver qué ofrecían los vendedores ambulantes. Vi a uno que<br />

vendía el contenido de su casa, bien conservado desde los años sesenta: carteles musicales,<br />

vaqueros acampanados e incluso una chaqueta estilo Nehru. Por dos dólares compré un<br />

anillo decodificador secreto del capitán Medianoche, que llevaba todavía una propaganda<br />

de Ovaltine.<br />

En el laboratorio empecé a analizar las horas de conexión del hacker, separando las<br />

sesiones de los fines de semana. Tardé un rato, pero acabé demostrando que, si bien en días<br />

Página 138 de 331

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!