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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

caso. Uno de los especialistas internacionales de Tymnet, Steve White, comenzó a<br />

ocuparse de la localización.<br />

Steve trabaja en Vienna, Virginia, y su misión consiste en asegurarse de que los clientes de<br />

Tymnet puedan comunicarse con cualquier lugar del mundo. Se había criado en Dorset,<br />

Inglaterra, y había aprendido a programar por correspondencia; escribía un programa en la<br />

escuela, lo mandaba a un centro de informática y al cabo de una semana recibía las copias<br />

impresas. Según Steve, esto le obliga a uno a escribir buenos programas desde el primer<br />

momento, ya que cada error supone una pérdida de tiempo de una semana.<br />

Steve había estudiado zoología en la Universidad de Londres y le había producido la<br />

misma impresión que la astronomía: fascinante pero empobrecedora. De modo que se<br />

trasladó a Norteamérica y empezó a trabajar en su segunda especialidad: comunicaciones<br />

digitales. Ahora se dedica a resolver problemas en los sistemas internacionales de<br />

comunicaciones.<br />

Hay muchas formas de conectar ordenadores entre ellos: teléfonos, fibra óptica, satélites y<br />

microondas. En mi laboratono, no me importaba cómo se transmitiera la información,<br />

siempre y cuando un científico de Podunk pudiera llegar a mi ordenador de Berkeley. <strong>El</strong><br />

trabajo de Steve consistía en asegurarse de que la información introducida en un extremo<br />

de Tymnet llegara al lugar previsto.<br />

Toda empresa de comunicaciones tiene a alguien como Steve White, o por lo menos las<br />

mejores. Para él la red era una sutil malla de conexiones, de hilos invisibles que aparecen y<br />

desaparecen cada pocos segundos. Cada uno de estos tres mil nódulos tiene que poder<br />

comunicarse instantáneamente con todos los demás.<br />

Era posible construir una red con un cable para cada ordenador y conectados todos a una<br />

gran central. Con un millar de terminales en nuestro laboratorio, así era exactamente como<br />

lo hacíamos, con un sinfín de cables en nuestra sala de conexiones. Las compañías<br />

telefónicas locales también seguían operando del mismo modo, reuniendo todos los cables<br />

de un barrio determinado en un solo edificio, donde interruptores mecánicos realizaban las<br />

conexiones.<br />

Con millares de ordenadores distribuidos por todo el país, Tymnet no podía utilizar un<br />

sistema de conexiones centralizado. <strong>El</strong> uso de interruptores mecánicos era inimaginable;<br />

demasiado lentos y poco fiables. En su lugar, Tymnet creaba auténticos circuitos entre<br />

ordenadores. A lo largo y ancho de todo el país, los ordenadores de conexión de Tymnet,<br />

denominados nódulos, se comunicaban entre ellos por cables alquilados.<br />

Cuando otro ordenador manda un mensaje al mío, Tymnet lo trata como si fuera<br />

correspondencia; comprime la información en un sobre y la manda a uno de sus nódulos.<br />

Entonces los ordenadores de Tymnet sellan el sobre con la dirección del destinatario, así<br />

como la del remitente. Como una oficina de correos que funcionara a la velocidad de la<br />

luz, programas especializados separan cada uno de los sobres y los mandan al nódulo más<br />

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