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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Tampoco ofrecían ayuda. Con toda la información que les habíamos facilitado, la NSA no<br />

había soltado un centavo. Y por muy divertido que pueda parecer codearse con agentes<br />

secretos, no favorecía mi astronomía, ni mucho menos mi reputación.<br />

Durante varias semanas, en febrero el hacker desapareció. No sonó ninguna de mis alarmas<br />

y sus cuentas permanecieron aletargadas. ¿Nos habría descubierto? ¿Le habría prevenido<br />

alguien de su inminente detención? ¿O se infiltraba por otros ordenadores?<br />

Sea cual sea la razón de su desaparición, hizo que la necesidad de tomar una decisión fuera<br />

menos urgente. A lo largo de tres semanas no ocurrió absolutamente nada, por lo que era<br />

indiferente que permaneciéramos abiertos.<br />

Sin el agobio de media docena de agencias gubernamentales, llegué incluso a escribir<br />

algunos programas durante aquel período.<br />

Un buen día, en una inspección rutinaria de las copias de mis monitores, descubrí que<br />

alguien utilizaba el ordenador Petvax del Lawrence Berkeley Laboratory. Parecía que<br />

llegaba al Petvax desde un ordenador llamado Cithex, de Caltech.<br />

Ya me habían prevenido acerca del Cithex; Dan Kolkowitz, de Stanford, había detectado<br />

hackers alemanes que utilizaban dicho sistema para infiltrarse en sus ordenadores. De<br />

modo que examiné más detenidamente el tráfico de Petvax a Cithex.<br />

Efectivamente. Allí estaba. Alguien había conectado con el aparato de Caltech a partir de<br />

Petvax e intentaba infiltrarse en un lugar llamado Tinker, en Oklahoma.<br />

¿Tinker? Consulté la guía de Milnet. Base aérea de Tinker.<br />

Poco después tuvo lugar una conexión con la base de datos Optimis del Pentágono. A<br />

continuación probó el instituto Letterman del ejército y el ordenador Comptroller, también<br />

del ejército, en Fort Harrison.<br />

¡Maldita sea! Si no se trataba del mismo hacker, era sin duda alguien que se comportaba<br />

como él. Ésta debía ser la explicación de sus tres semanas de silencio: utilizaba otros<br />

ordenadores para introducirse en Milnet.<br />

Era evidente que cerrar las brechas de seguridad en nuestro laboratorio no impediría su<br />

acceso a las redes informáticas. La única forma de eliminar aquella plaga consistía en<br />

eliminar la fuente.<br />

¡Entre tantos ordenadores, había elegido el Petvax! Lo lógico habría sido, con un nombre<br />

parecido, que cualquier desconocido lo hubiera tomado por un juguete.<br />

Pero está muy lejos de serlo. Pet son las iníciales de Positrón Emission Tomography, que<br />

es una técnica médica de diagnóstico, cuyo objeto es el de localizar las zonas del cerebro<br />

humano donde se consume oxígeno. Después de inyectarle un isótopo activado al paciente,<br />

los científicos del LBL crean imágenes del interior del cerebro. Lo único que se necesita es<br />

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