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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

¿Qué ocurre si uno está escribiendo un largo artículo y al ordenador le entra hipo?<br />

Supongamos, por ejemplo, que haya un corte de fluido eléctrico, o que algún imbécil<br />

desenchufe el ordenador. En tal situación, se solía perder todo lo escrito.<br />

<strong>El</strong> editor-VI utiliza X-preserve para recuperar lo realizado. Cuando resucita el ordenador,<br />

X-preserve recompone el texto escrito. A continuación pregunta dónde archivar la ficha<br />

recuperada y la mayoría de los usuarios optan por su propio directorio personal.<br />

Pero X-preserve no comprueba el lugar donde se archiva la ficha, y si se le ordena que la<br />

deposite en el directorio del sistema, así lo hace.<br />

Y eso era lo que el hacker andaba buscando. Había creado una ficha que decía:<br />

«Otórguense privilegios de sistema a Sventek.» A continuación había activado el editor-VI<br />

y lo había interrumpido deliberadamente, con la introducción de un carácter inadecuado. <strong>El</strong><br />

editor-VI, al detectar un problema, había archivado la ficha en forma fragmentada.<br />

¿<strong>El</strong> próximo paso del hacker? Ordenar al X-preserve que archivara la ficha en cuestión en<br />

el directorio del sistema. En un par de minutos, Unix la incubaría y se convertiría en<br />

director de sistema.<br />

Pero su huevo de cuco se cayó del nido. Habíamos reparado el programa X-preserve, de<br />

modo que ahora comprueba la identidad del usuario y no permite trasladar ninguna ficha al<br />

área de los sistemas.<br />

i Pobre chico! Debía de estar muy decepcionado. Una forma muy astuta de infiltrarse en un<br />

ordenador, pero que aquí, en Berkeley, no funciona.<br />

Claro que había dejado otras puertas abiertas. Podía utilizar el Gnu-Emacs para implantar<br />

su programa/huevo en el nido del sistema. Además había dejado otras dos brechas en<br />

nuestro sistema, a la espera de que las descubriera. Sólo para poner a prueba su pericia. Por<br />

ahora, su nivel de acierto era de uno por tres.<br />

Todo esto ocurrió en tres minutos. Introdujo su programa a la perfección sin un solo error<br />

mecanográfico. Parecía tener bastante práctica, como si ya tuviera por mano lo de<br />

infiltrarse en ordenadores.<br />

¿Cuántos directores de sistema seguirían sin reparar todavía el X-preserve? ¿Cuántas otras<br />

brechas habría a la espera de ser descubiertas? ¿A quién habría que poner sobre aviso, en<br />

cuanto a ese problema? ¿Cómo comunicárselo a los «buenos» sin darlo a conocer a los<br />

«malos»?<br />

Demasiado tarde para preocuparse por ello; los «malos» ya lo sabían.<br />

A pesar de que la conexión en Berkeley sólo había durado escasos minutos, según el<br />

informe de la Universidad de Bremen, había estado conectado durante cuarenta y cinco<br />

minutos. <strong>El</strong> Bundespost, a su vez, había efectuado un seguimiento completo de la llamada,<br />

hasta la casa del mismo individuo de Hannover.<br />

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