11.05.2013 Views

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Había llamado a todas las agencias imaginables, pero nadie se había hecho cargo del caso.<br />

Ni siquiera me habían aconsejado.<br />

No obstante, el FBI, la CÍA, la OSI y la NSA estaban todos fascinados. Un extranjero se<br />

dedicaba a sustraer información de las bases de datos estadounidenses. <strong>El</strong> caso estaba<br />

perfectamente documentado no sólo por mi cuaderno, sino por una enorme cantidad de<br />

copias impresas, seguimientos telefónicos y direcciones informáticas. Mi estación de<br />

vigilancia funcionaba permanentemente; las perspectivas de capturar al culpable parecían<br />

buenas.<br />

Pero nadie aportaba un céntimo para ayudarme. Mi sueldo procedía de las subvenciones de<br />

físicos y astrónomos, y la dirección del laboratorio me presionaba para que me concentrara<br />

en los sistemas, en lugar del contraespionaje. A 13 000 kilómetros de distancia un hacker<br />

merodeaba por nuestras redes. A 5 000 kilómetros en dirección este, ciertos agentes<br />

secretos analizaban mis últimos informes. Pero en el segundo piso de mi edilicio, mis jefes<br />

querían darlo todo por finalizado.<br />

—Cliff, hemos decidido abandonar el caso —dijo Roy Kerth—. Sé que te falta poco para<br />

descubrir al hacker, pero el presupuesto ya no da más de sí.<br />

—¿Sólo dos semanas más, hasta el día de Año Nuevo?<br />

—No. Clausúralo mañana. Por la tarde, cambia todas las claves.<br />

En otras palabras, cierra la puerta y echa el cerrojo.<br />

¡Maldita sea! Tres, casi cuatro meses de trabajo desperdiciado. Y precisamente cuando las<br />

perspectivas parecían halagüeñas.<br />

Menuda frustración. <strong>El</strong> hacker podía ocultarse, pero no deshacerse de mí. Los únicos que<br />

podían obligarme a abandonar la persecución eran mis propios jefes. Precisamente cuando<br />

nos acercábamos a aquel cabrón.<br />

También era deprimente. Al hacker no le resultaría difícil volver a las andadas. Seguiría<br />

deambulando por las redes e infiltrándose donde pudiera. A nadie le importaba.<br />

Empecé a organizar la retirada de las claves de todos los usuarios. No era difícil: sólo había<br />

que reconstruir la ficha de claves. Pero ¿cómo se comunican las nuevas claves a mil<br />

doscientos científicos? ¿Se los reúne a todos en una misma sala? ¿Se llama a cada uno de<br />

ellos por teléfono? ¿Se les manda una nota por correo?<br />

Seguía perplejo, cuando llamó Mike Gibbons del FBI.<br />

—Sólo llamo para comprobar hasta dónde ha llegado la localización.<br />

—Bremen —le respondí—. Una universidad de aquella localidad.<br />

—¿Entonces se trata de un estudiante?<br />

Página 168 de 331

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!