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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

—Es el hacker. Y está en nuestra red interior.<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—No tiene nada de asombroso. Hay una docena de modos distintos de introducirse en la<br />

misma —dijo Wayne, dirigiéndose a otra de las cinco terminales que tenía en su despacho<br />

— Conectaré mi querido analizador de la red y veremos quién hace qué.<br />

Mientras Wayne introducía los parámetros, yo pensaba en las consecuencias de que el<br />

hacker se encontrara en nuestra red local. Se trataba de una línea que pasaba por todos y<br />

cada uno de los despachos. Era un mal augurio: significaba que podía atacar incluso los<br />

ordenadores personales conectados a la red.<br />

Pero tal vez tenía también su lado bueno. Puede que el hacker viviera aquí, en Berkeley, y<br />

trabajara en el laboratorio. De ser así, ya casi le teníamos cercado. Wayne seguiría la red,<br />

hasta escasos metros de la fuente.<br />

—Aquí está tu conexión. Procede de... del ordenador que controla la red de energía de<br />

fusión magnética.<br />

—¿Me estás diciendo que el hacker entra en nuestro laboratorio mediante la red de energía<br />

de fusión magnética?<br />

—Así es. Viene del Lawrence Livermore Laboratory. La red de energía de fusión<br />

magnética.<br />

— ¡Oye, Dave! —chillé por el pasillo—. ¿A que no adivinas quién está de visita en<br />

Livermore?<br />

—No sabía que eso fuera posible —exclamó Dave, levantando las cejas—. Tu hacker ha<br />

descubierto un camino para llegar al sistema Unix, que yo no sabía que existiera.<br />

Wayne lanzó a Dave su habitual perorata contra el Unix. Yo los dejé discutiendo y fui a<br />

llamar por teléfono a Livermore.<br />

Tuve que realizar tres llamadas para encontrar a la directora del sistema de la red de<br />

energía de fusión magnética.<br />

—Hola, tú no me conoces, pero tenéis un hacker en vuestro sistema.<br />

—¿Ah, sí? ¿Y tú quién eres?<br />

—Trabajo en el LBL. Hay alguien merodeando por mi ordenador y procede de la red de<br />

energía de fusión magnética. Parece que ha conectado desde Livermore.<br />

—¡Maldita sea! Voy a comprobar los usuarios... Hay sólo una línea activa entre Livermore<br />

y Berkeley. Cuenta número 1674..., pertenece a alguien llamado Cromwell.<br />

—Es él —le dije—. <strong>El</strong> hacker ha descubierto la palabra clave hace un par de horas. La ha<br />

encontrado en una ficha archivada aquí en Berkeley.<br />

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