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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

De modo que el hijo de Bob Morris había paralizado dos mil ordenadores. ¿Por qué? ¿Para<br />

impresionar a su padre? ¿Para celebrar la fiesta de Todos los Santos? ¿Para exhibir su<br />

talento ante dos mil programadores?<br />

Sea cual sea su propósito, no creo que lo hiciera en complicidad con su padre. Se rumorea<br />

que trabajó con un par de amigos del departamento de informática de Harvard (un<br />

estudiante llamado Paul Graham le había manda-do una nota electrónica, preguntando por<br />

«noticias sobre * el genial proyecto»), pero dudo de que su padre alentara a alguien para<br />

crear un virus.<br />

—Esto no es exactamente una buena recomendación para hacer carrera en la NSA —dijo<br />

el propio Bob Morris.<br />

Después de desmenuzar el código, Jon Rochlis, del MIT, afirmó que el virus «no estaba<br />

muy bien escrito». Era singular en cuanto a que atacaba ordenadores por cuatro caminos:<br />

errores en el Sendmail del Unix, el programa finger, adivinando claves y aprovechándose<br />

de los canales de confianza entre ordenadores. Además, Morris había en-mascarado el<br />

programa de varias formas, para evitar su detección. Pero también había cometido varios<br />

errores de programación, como el de fijar un ritmo erróneo de reproducción, y parecía<br />

probable que el gusano fuera obra de varios estudiantes o programadores.<br />

Lo único que se necesita es un conocimiento de los defectos del Unix y carecer de sentido<br />

de la responsabilidad.<br />

Conociendo la forma en que dicho gusano vírico infectaba los ordenadores, la cura era<br />

evidente: reparar el Send-mail y el programa finger, cambiar las claves y eliminar todas las<br />

copias del virus. Evidente, pero no fácil.<br />

Divulgar la noticia no es fácil, cuando todo el mundo cierra las puertas de su sistema de<br />

correspondencia electrónica. Después de todo, así era como el gusano diseminaba sus<br />

retoños. La información se divulgó lentamente utilizando redes alternativas y llamadas<br />

telefónicas. En un par de días, el gusano de Morris estaba prácticamente extinguido.<br />

Pero ¿cómo protegerse de otros virus? Las perspectivas no son muy halagüeñas. Puesto<br />

que el virus simula sectores de un programa legítimo, es difícil detectarlo. Peor aún,<br />

cuando ha infectado el sistema, es un bicho difícil de comprender. <strong>El</strong> operador se ve<br />

obligado a descomponer el código, tarea larga y aburrida.<br />

Afortunadamente, los virus informáticos no son comunes. A pesar de que se ha puesto de<br />

moda, atribuirle los problemas del sistema a algún virus, en general suelen afectar a los que<br />

intercambian software y utilizan los boletines informáticos. Por suerte, éstos acostumbran<br />

ser expertos que realizan copias de seguridad de sus discos.<br />

Un virus informático está especializado: si funciona en un PC IBM, no lo hará en un<br />

Macintosh, ni en un ordenador Unix. Asimismo, el virus de Arpanet sólo podía afectar a<br />

los ordenadores que utilizaran el sistema Unix de Berkeley. Los ordenadores con otros<br />

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