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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Pensé en el dolor que, con tanta facilidad, mi mal genio le provocaba a Martha y, puesto<br />

que no deseaba estropear el resto de la velada, entré en casa. Nos abrazamos. Martha se<br />

secó las lágrimas y a continuación sirvió el postre. Durante el resto de la velada hablamos<br />

alegremente de otros temas.<br />

Pero los temas que Laurie había suscitado volvieron a atormentarme durante la noche.<br />

Despierto en la cama, pensaba sobre el efecto que todo aquello ejercía en mí y en el tipo de<br />

persona en que me estaba convirtiendo como consecuencia de la persecución.<br />

Los palos me caían, evidentemente, de todos lados. Los agentes no confiaban en mí; no<br />

había pasado ningún control de seguridad ni trabajaba para ninguna empresa que fabricara<br />

material de defensa. Nadie me había encargado el trabajo que realizaba ni contaba con<br />

presupuesto alguno. Y por si faltaba poco, ¿cómo contar a mis amigos de Berkeley que<br />

acababa de regresar de la CÍA?<br />

Puesto que no disponíamos de presupuesto ni de autoridad, las agencias de tres siglas no<br />

consideraban que hubiera razón alguna para prestarnos su atención. Yo no era más que una<br />

molestia para ellos. Me sentía como si estuviera de nuevo en la universidad.<br />

Una semana después de la reunión recibí una llamada de Mike Gibbons, del FBI.<br />

—Vamos a cerrar nuestra investigación —dijo—. No hay razón alguna para que<br />

mantengas tu sistema abierto.<br />

—Dime, Mike: ¿esto son palabras tuyas o de tus jefes?<br />

—Es la política oficial del FBI —respondió, claramente enojado.<br />

—¿Ha llegado el agregado jurídico a hablar con los alemanes?<br />

—Sí, pero hay cierta confusión. La policía federal alemana, el BKA, no es la que realiza<br />

las escuchas telefónicas y, por consiguiente, se recibe muy poca información en el<br />

despacho de nuestro legado. Lo mejor que puedes hacer es echar la persiana.<br />

—¿Qué efecto tendrá esto en los demás lugares que el hacker elija como objetivos?<br />

—Deja que se ocupen ellos del problema. En todo caso, a la mayoría no los preocupa.<br />

Mike tenía razón. A los responsables de algunos lugares en los que se había infiltrado no<br />

les importaba en realidad. Uno de ellos, por ejemplo, era la base de datos Opti-mis, del<br />

Pentágono. Mike les había comunicado que un extranjero utilizaba su ordenador y no se<br />

habían alterado en absoluto. Hoy día, que yo sepa, cualquiera puede informarse sobre los<br />

planes del ejército para la guerra nuclear y biológica, simplemente conectando con su<br />

ordenador como anónimo, con la clave invitado.<br />

Pero a pesar de que el FBI quería que abandonáramos el caso, contábamos todavía con el<br />

apoyo del Departamento de Energía. A medio camino entre unos y otros, la CÍA y la NSA<br />

no se pronunciaban.<br />

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