11.05.2013 Views

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

El Huevo Del Cuco

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

<strong>El</strong> hacker hizo algunas apariciones ocasionales durante el mes de marzo. Con suficiente<br />

frecuencia para transtornar mi vida, pero nunca lo bastante duraderas para que los<br />

alemanes pudieran atraparle.<br />

<strong>El</strong> jueves, 12 de marzo, estaba nublado en Berkeley. Pero, puesto que por la mañana no<br />

llovía, fui al trabajo en mi bici sin impermeable. A las 12.19 el hacker visitó su vieja<br />

madriguera durante un par de minutos. Hizo un listado de algunas de mis fichas SDINET y<br />

averiguó que Barbara Sherwin había comprado últimamente un nuevo coche y que<br />

SDINET se ampliaba al extranjero. Vio los nombres de treinta nuevos documentos, pero<br />

no los leyó. ¿Por qué no?<br />

Steve White estaba de paso en la ciudad, para visitar a Ron Vivier de la oficina de Tymnet,<br />

en Silicon Valley. Martha y yo habíamos quedado en reunimos con él en un restaurante<br />

tailandés, por lo que tenía que estar en casa a las seis.<br />

Empezó a llover a las cuatro y comprendí que me mojaría si regresaba a casa en bicicleta.<br />

En todo caso, no tenía dónde elegir y eché a pedalear como un loco; la lluvia convirtió los<br />

frenos de mi bici en pieles de plátano. <strong>El</strong> impermeable no me habría protegido de la cortina<br />

de agua que me arrojó un viejo DeSoto. <strong>El</strong> tráfico me mojaba lateralmente y los<br />

neumáticos de mi propia bici por debajo.<br />

Cuando llegué finalmente a casa, estaba empapado. Tenía bastante ropa seca para<br />

ponerme, pero un solo par de zapatos: las mugrientas zapatillas que llevaba puestas.<br />

Además, estaban impregnadas de agua y no disponía de tiempo para secarlas. Miré a mi<br />

alrededor y vi el nuevo horno de microondas de Claudia. Quizá...<br />

Metí las zapatillas en el horno y pulsé algunos botones. En la ventanilla se leía «120». Me<br />

pregunté si se trataría de 120 segundos, 120 vatios, 120 grados o 120 años luz. ¡A saber!<br />

No importaba. Me limitaría a observar las zapatillas a través de la portezuela y asegurarme<br />

de que no ocurriera ningún desastre. Durante los primeros segundos, ningún problema.<br />

Pero entonces sonó el teléfono.<br />

Fui corriendo al comedor para contestar. Era Martha.<br />

—Estaré en casa dentro de media hora, cariño —dijo—. No olvides que hoy cenamos con<br />

Steve White.<br />

—Ahora mismo me estaba preparando. A propósito, Martha: ¿cómo conecto el<br />

microondas?<br />

—No tienes necesidad de hacerlo. Hoy cenamos fuera, ¿no lo recuerdas?<br />

—Supón que pretendo secar mis zapatillas —le dije—. ¿En qué posición debo colocar el<br />

microondas?<br />

—No bromees.<br />

—Hablo en serio. Mis zapatillas están mojadas.<br />

Página 250 de 331

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!