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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

mundo entero, al que daban vida diez mil usuarios por hora. La visión de Nancy era<br />

fatalista.<br />

—Es una versión en miniatura de la sociedad que nos rodea. Tarde o temprano algún<br />

bárbaro intentará destruirla.<br />

Al parecer no había ninguna policía para proteger la red. Dado que Milnet —ahora<br />

denominado Defense Data Network— no estaba autorizado para transmitir información<br />

reservada, a nadie parecía importarle excesivamente su seguridad.<br />

—Tendrías que hablar con la oficina de las fuerzas aéreas de investigaciones especiales —<br />

me dijo—. Son la brigada especial de la aviación. Se ocupan de drogas y asesinatos. Lo<br />

suyo no suelen ser los delitos de guante blanco, pero no perderás nada por hablar con ellos.<br />

Siento no poder ayudarte, pero en realidad el asunto no es de mi competencia.<br />

Después de otras tres llamadas telefónicas, me encuentro hablando simultáneamente con el<br />

agente especial Jim Christy, de las fuerzas aéreas (AFOSI), y el comandante Steve Rudd,<br />

de la Defense Communications Agency.<br />

Jim Christy me ponía nervioso: hablaba como suelen hacerlo los detectives.<br />

—Veamos si lo he comprendido. ¿Un hacker ha irrumpido en vuestro ordenador, a<br />

continuación ha penetrado en un ordenador del ejército en Alabama y ahora intenta<br />

introducirse en la base de misiles de White Sands?<br />

—Sí, eso es lo que hemos visto —respondí, sin hablarle de la brecha de seguridad en el<br />

Gnu-Emacs—. Todavía no hemos completado nuestras investigaciones; puede que proceda<br />

de California, Alabama, Virginia, o quizá Nueva Jersey.<br />

—Comprendo... No le habéis cerrado las puertas para poder atrapar a ese cabrón —<br />

comentó, anticipándose a mis pensamientos.<br />

—Si se las cerráramos, entraría en Internet por algún otro agujero.<br />

Steve Rudd, por otra parte, quería deshacerse inmediatamente del hacker.<br />

—No podemos permitir que esto continúe. Aunque no transmita información reservada, la<br />

integridad de Milnet exige que se excluya a los espías.<br />

¿Espías? Agucé el oído.<br />

—Supongo que el FBI no ha movido ni un dedo —dijo el policía.<br />

Resumí nuestras cinco llamadas al FBI en una palabra.<br />

—<strong>El</strong> FBI no tiene obligación de investigar todos los delitos —aclaró Jim Christy en un<br />

tono casi conciliador—. Probablemente sólo se ocupan de uno de cada cinco. Los delitos<br />

informáticos no son fáciles; no como los secuestros o los atracos, donde hay testigos y<br />

pérdidas evidentes. No hay que culparlos por eludir un caso difícil, sin una solución clara.<br />

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