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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

—Tengo que seleccionar mis notas —comenté—. ¿Cómo quieres que sea de técnica la<br />

conferencia?<br />

—No te preocupes por eso —respondió Teejay, al tiempo que me echaba una mala mirada<br />

—. No vas a necesitarlas.<br />

Intuí que iba a tener problemas. Y en esta ocasión no había forma de escapar. Sentado<br />

junto a la mesa de Teejay, descubrí una colección fantástica de sellos de goma. Auténticos<br />

sellos de «ALTO SECRETO», junto a otros como<br />

«CONFIDENCIAL», «PRIVADO», «SERVICIO SECRETO COMPARTAMEN-TAL»,<br />

«DESTRUIR DESPUÉS DE LEER» y «NOFORN». Supuse que<br />

el último significaba «no fornicar», pero Teejay me lo aclaró: «No forasteros de<br />

nacionalidad.» Sellé una hoja de papel con todos ellos y la guardé con mis notas.<br />

Greg Fennel, el otro agente que había venido a verme a Berkeley, me acompañó a visitar la<br />

sala de informática de la CÍA. Parecía un estadio. En Berkeley estaba acostumbrado a una<br />

docena de ordenadores, en una gran sala. Aquí había centenares de ordenadores<br />

mainframe, abigarrados en una enorme caverna. Greg me recordó que, después de Fort<br />

Meade, aquélla era la instalación informática mayor del mundo.<br />

Todos los ordenadores eran IBM.<br />

Entre los entusiastas del Unix, las grandes instalaciones IBM son reminiscentes de los años<br />

sesenta, cuando estaban en boga los grandes centros informáticos. Desde la aparición de<br />

las terminales de sobremesa, las redes y los ordenadores personales, esos descomunales<br />

sistemas centralizados parecen anticuados.<br />

—¿A qué viene todo este equipo IBM? —pregunté a Greg—. Son verdaderos dinosaurios<br />

—agregué, insinuando mi predilección por Unix.<br />

—Vamos cambiando —respondió Greg—. Tenemos un grupo muy entusiasta dedicado a<br />

la inteligencia artificial, investigadores muy activos en el campo de la robótica y nuestro<br />

laboratorio de procesamiento de imagen funciona de maravilla.<br />

Recordaba el orgullo con que había mostrado a Teejay y a Greg el sistema informático de<br />

mi laboratorio. Ahora me sentía profundamente avergonzado; los cinco Vax, que<br />

constituían la base de nuestro trabajo científico, parecían diminutos al compararlos con<br />

aquello.<br />

Pero nuestros propósitos eran distintos. La CÍA necesita un sistema gigantesco de base de<br />

datos; tiene que organizar y asociar muchísimos datos diversos. Lo que nosotros<br />

necesitamos son instrumentos ágiles, ordenadores con una capacidad rápida de cálculo.<br />

Siempre es tentador medir la velocidad de un ordenador, o la capacidad de sus discos, y<br />

llegar a la conclusión de que «éste es mejor».<br />

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