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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

En la ducha me sentí como nuevo. Martha me frotó la espalda, mientras el agua caliente<br />

me acariciaba el cuerpo. Tal vez la vida natural y rústica no estaba tan mal después de<br />

todo.<br />

Martha me estaba lavando la cabeza cuando el molesto pitido de mi localizador, sepultado<br />

en un montón de ropa, destruyó la paz reinante.<br />

—No tendrás la osadía... —comenzó a gruñir Martha en son de protesta.<br />

Demasiado tarde. Salté de la ducha, fui corriendo a la sala, encendí mi Macintosh y llamé<br />

al ordenador del laboratorio. Sventek.<br />

Al cabo de un instante hablaba por teléfono con Steve White, que estaba en su casa.<br />

—Está aquí, Steve.<br />

—De acuerdo. Localizaré la línea y llamaré a Francfort.<br />

Al cabo de un momento Steve volvió al teléfono:<br />

—Ha desaparecido. Estaba aquí hace un momento, pero ya ha desconectado. De nada<br />

serviría llamar ahora a Alemania.<br />

¡Maldita sea! No podía sentirme más frustrado; de pie en un charco en nuestro comedor,<br />

completamente desnudo, mojado y tiritando, con burbujas de champú sobre el teclado de<br />

mi ordenador.<br />

Claudia estaba ensayando una pieza de Beethoven; pero, perpleja por la aparición en la<br />

sala de su coinquilino completamente desnudo, dejó el violín y se dedicó a contemplarme.<br />

Entonces se echó a reír y tocó una música burlesca. Intenté responder con una pirueta y<br />

una sonrisa, pero estaba demasiado obsesionado con el hacker para lograrlo.<br />

Regresé tímidamente al baño. Martha me echó una mala mirada, pero entonces se<br />

tranquilizó y me invitó a refugiarme de nuevo bajo el agua caliente.<br />

—Lo siento, cariño —me disculpé—. Hay que aprovechar cualquier oportunidad para<br />

localizarle, pero no ha mantenido la línea abierta el tiempo necesario.<br />

—¡Fantástico! —exclamó Martha—. <strong>El</strong> tiempo suficiente para obligarte a salir de la ducha,<br />

pero no para averiguar dónde se encuentra. Tal vez sabe que le observas y procura<br />

frustrarte deliberadamente. De algún modo sabe por telepatía cuándo estás en la ducha, o<br />

en cama,<br />

—Lo siento, cariño —dije, con absoluta sinceridad.<br />

—Amor mío, tenemos que encontrar una solución. No podemos permitir que ese individuo<br />

siga trastornando nuestra vida. Y todos esos fantasmas trajeados con los que te relacionas,<br />

¿qué han hecho para ayudarte? Nada. Debemos coger este asunto en nuestras propias<br />

manos.<br />

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