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El Huevo Del Cuco

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Clifford Stoll<br />

<strong>El</strong> <strong>Huevo</strong> <strong>Del</strong> <strong>Cuco</strong><br />

Tardó menos de quince segundos en introducirse en el ordenador de Rochester y pasó una<br />

hora leyendo información sobre el diseño de circuitos integrados. Al parecer, un estudiante<br />

poslicenciado de Rochester diseñaba circuitos submicrónicos utilizando una avanzada<br />

técnica controlada por ordenador. <strong>El</strong> hacker comenzó a apoderarse de toda la información,<br />

programas inclusive.<br />

Decidí no permitírselo: aquello era espionaje industrial. Cada vez que empezaba a copiar<br />

alguna ficha interesante, tocaba los cables con mis llaves. <strong>El</strong> hacker podía mirar, pero no<br />

tocar. Por fin, a las cinco y media, se dio por vencido.<br />

Entretanto no dejaba de pensar en la palabra «Langman». ¿Sería el nombre de alguien?<br />

Había una forma de averiguarlo consultando la guía telefónica. Maggie Morley, nuestra<br />

bibliotecaria, al no poder encontrar un listín de Hannover, pidió que le mandaran uno. Al<br />

cabo de una semana, con el correspondiente aplomo, Maggie me hizo entrega del ejemplar<br />

número diecisiete del Deutschen Bundespost Telefonbuch, correspondiente a Ortsnetz y<br />

Hannover, con un sello en el lomo que decía «Funk-Taxi, 3811».<br />

La visión geográfica que mi atlas ofrecía de Hannover era estéril, mientras que las guías<br />

turísticas hablaban de una ciudad histórica y monumental, acurrucada junto al río Leine.<br />

Pero la guía telefónica reflejaba la auténtica ciudad, con sus ópticas, tiendas de retales,<br />

varias docenas de talleres mecánicos e incluso una perfumería. Y la gente... Pasé una hora<br />

observando aquellas páginas blancas, mientras imaginaba un mundo completamente<br />

distinto. Aparecían los nombres Lang, Langhart, Langheim y Langheine-cke, pero ningún<br />

Langman. ¡Maldita sea!<br />

Steve White me transmitió un mensaje de los alemanes que realizaban concienzudamente<br />

su trabajo. Al parecer, cuando el hacker llamaba por teléfono, la policía alemana grababa el<br />

número al que llamaba. De ese modo habían deducido quién estaba involucrado,<br />

simplemente recopilando las llamadas telefónicas centradas en el hacker.<br />

¿Preparaban las autoridades alemanas una redada simultánea? Tymnet mandó un mensaje<br />

escalofriante: «No se trata de un hacker benigno. Es bastante grave. Se amplía el alcance<br />

de la investigación. Son ahora treinta personas las que trabajan en el caso. En lugar de<br />

irrumpir en las casas de un par de personas, los cerrajeros están fabricando llaves de los<br />

pisos de los hackers y las detenciones se efectuarán cuando éstos no puedan destruir las<br />

pruebas. Los mencionados hackers están vinculados a los tenebrosos negocios de cierta<br />

empresa privada.»<br />

¿Un hacker no benigno? ¿Treinta personas trabajando en el caso? ¿Negocios tenebrosos de<br />

cierta empresa privada? ¡Santo cielo!<br />

CUARENTA Y CINCO.<br />

Si uno incordia persistentemente a una organización, ésta acaba por celebrar una reunión.<br />

Después de todas mis llamadas al FBI, la NSA, la CÍA y el DOE, fue el departamento de<br />

investigaciones especiales de las fuerzas aéreas el primero en ceder. <strong>El</strong> 4 de febrero<br />

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