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Jay-Martin-La-Imaginacion-Dialectic-A-Una-Historia

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sistema eterno de los Estados autoritarios -podía escribir-,<br />

aunque terriblemente amenazador, no es más<br />

real que la armonía eterna de la economía de mercado.<br />

Así como el intercambio de equivalencia era todavía un<br />

escudo de la desigualdad, la planificación fascista es ya<br />

un robo abierto ... <strong>La</strong> posibilidad no es menor que la<br />

desesperación» ". El cemento del fascismo, señalaba, no<br />

era meramente la docilidad psíquica de la personalidad<br />

autoritaria, aunque ésta fuera muy importante. Se basaba<br />

también en la aplicación constante e incansable del<br />

terror y la coerción ". Los diversos componentes de la<br />

clase dirigente estaban unidos sólo por su temor común<br />

a las masas, sin lo cual se disolverían en una banda de<br />

gángsters pendencieros n *.<br />

Más aún, argüía Horkheimer, finalmente se habían<br />

logrado las condiciones materiales para la realización<br />

de la libertad. Como Marcuse, quien desarrolló esta idea<br />

en su artículo sobre la tecnología en los Studien in Philosophy<br />

and Social Science, sostenía que de la difusión<br />

" Idem, pp. 148-149.<br />

70 Para un análisis más serio de la función del terror y la<br />

coerción llevado a cabo por un miembro del lnstitut, véase LEo<br />

LowENTHAL, «Terror's Atomization of Man», Commentary 1, 3<br />

(enero de 1946). En un artículo posterior sobre «The Lessons<br />

of Fascism», en Tensions that Cause Wars, ed. por Hadley Cantril<br />

(Urbana, 111., 1950), Horkheimer arguyó que el carácter autorizado<br />

no estaba tan difundido hasta que los nazis comenzaron<br />

a usar el terror y la propaganda masiva para atomizar a la<br />

población (p. 223 ).<br />

n «Die luden und Europa», p. 125.<br />

* Como muestra la obra de Brecht <strong>La</strong> irresistible ascensión<br />

de Arturo Ui, muchos refugiados vieron a los nazis como gángsters,<br />

al menos metafóricamente. No fue éste el caso de todos,<br />

sin embargo. Hannah Arendt, por ejemplo, en The Origins of<br />

Totalitarianism (Nueva York, 1958), escribió: «<strong>La</strong> forma totalitaria<br />

de gobierno tiene poco que ver con la codicia de poder o<br />

incluso con el deseo de una máquina generadora de poder ... El<br />

gobierno totalitario, pese a todas las apariencias, no consiste en<br />

el dominio de una camarilla o una banda ... El aislamiertto de los<br />

individuos atomizados no sólo suministra la base de masas para<br />

el gobierno totalitario, sino que se remonta hasta el mismo tope<br />

de la estructura total» (p. 407). En una nota al pie, Hannah Arendt<br />

destacaba Behemoth como criticable en este sCHitido. Más tarde,<br />

en el aforismo Massengesellschaft, en <strong>La</strong> dialéctica de la Ilustración,<br />

Horkheimer y Adorno abandonaron también la comparación<br />

con los ángsters y afirmaron que los límites fascistas eran<br />

básicamente Idénticos a las masas que dirigían. En The Great<br />

Dictator de Chaplin, señalaban, el dictador y el barbero eran el<br />

mismo hombre.<br />

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