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Tiempos_para_pensar_TOMO1

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Tiempos para pensar estado, participación y poder popular<br />

hicieron esperar, el símbolo de la resistencia popular y la represión estatal<br />

al servicio de los intereses del gran capital foráneo originaron El Caracazo.<br />

Con la llegada de la Revolución Bolivariana y no sólo desde su concreción<br />

electoral en 1998, sino desde la construcción del movimiento<br />

social, político y militar que lo precede ya se preparaba el escenario para<br />

un gran Proyecto –el Proyecto Nacional Simón Bolívar– desde una<br />

posición nacionalista, integracionista internacionalmente, retomando la<br />

visión originaria emancipadora y posteriormente ideologizada producto<br />

del antagonismo existente entre el sistema del capital y los intereses de<br />

los pueblos.<br />

De allí que las definiciones ambiguas, indeterminadas o neutras<br />

pierden vigencia y como la ciencia, la técnica o el mismo arte adquieran<br />

una connotación de carácter ideológico que aparece como signo fundamental<br />

para determinar el horizonte estratégico, como lo hemos dicho<br />

previamente; ese que nos queda para la posteridad: el socialismo bolivariano.<br />

Éste rompe barreras con la visión ahistórica de la planificación,<br />

comprende el transitar que nos suscribe a las circunstancias actuales,<br />

–teniendo claro que en la actualidad se dan las más importantes luchas<br />

y nos procura un futuro que al menos conceptualmente carece de indefiniciones–<br />

y propone una ruptura del orden establecido.<br />

Encontramos, a partir de estos preceptos entendidos desde el Estado,<br />

aspectos esenciales para su transformación, incorporando la premisa<br />

de mandar obedeciendo, planificando con el pueblo la acción pública<br />

que permita que el Estado burocrático existente tenga un rol transitorio<br />

en el que ejecuta acciones, promueve la participación y transfiere poder<br />

a la gente, mientras que los ciudadanos y ciudadanas toman decisiones,<br />

ejercen contraloría y gestionan recursos de forma directa, dando así<br />

carácter fundamental a la consecución de una nueva categoría: el Poder<br />

Popular, donde este último no termina siendo un apéndice de las<br />

instituciones gubernamentales o políticas sino que se adhiere al proyecto<br />

político con legitimidad propia. Esto nos permite trazar el camino<br />

hacia un Estado Comunal que para Víctor Álvarez (2011) se refiere<br />

a la “sociedad gobernada por sus trabajadores y por la comunidad, y<br />

no por la burocracia y la nomenklatura. Implica concentrar cada vez más<br />

poder político y económico en manos del pueblo y no de la burocracia<br />

estatal” (p. 158).<br />

Es por tales razones que el Programa de la Patria termina siendo una<br />

síntesis de las luchas históricas, a partir de principios irrenunciables como<br />

la perspectiva anticapitalista, el signo antiimperialista y la democracia<br />

socialista, es decir, todo un andamiaje para superar los reformismos, subordinaciones<br />

de cualquier tipo al imperio y corrientes socialdemócratas,<br />

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