Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

una vez más, la población de las colonias transportada a París para formar
parte de un diorama de cartón piedra.
Tal y como ya hemos mencionado en varias ocasiones hasta el momento,
las exposiciones devienen también un vehículo para dar a conocer, en el
seno de la propia metrópoli, el imperialismo ejercido sobre otros pueblos.
El caso británico es especialmente relevante por el modelo expositivo que,
recordemos, separaba lo científico de lo lúdico. Por tanto, el modelo
permitía difundir una idea de las conquistas coloniales muy amplia,
gracias a la dicotomía que aportaba la división del espacio expositivo
“serio” del de “entretenimiento”, completándose así el uno al otro. De lo
que se deriva también que la exposición podía ser objeto de cualquier tipo
de concurrencia, tanto del público ilustrado que podría apreciar los
aspectos científicos como de las clases menos favorecidas. El caso de la
Stanley and African Exhibition, celebrada en Londres en 1890 servirá para
ejemplificar 297 cómo a través de las exposiciones también se destila en
Gran Bretaña un discurso colonial (en este caso sobre África) y cuál es la
interrelación entre los intereses creados sobre el continente colonizado,
tanto para la esfera científica como para el conocimiento popular que se
daba en esta clase de acontecimientos.
La citada exposición se celebra para conmemorar el regreso del tercer
viaje al continente africano (1887-1889) de Henry Morgan Stanley, 298
297 Buena parte de los contenidos a los que nos referiremos a continuación se
reseñan en COOMBES, Annie, “The spectacle of empire I: Expansionism and
philantropy at the Stanley and African Exhibition” en Reinventing Africa.
Museums, Material culture and Popular Imagination in late Victorian and
Edwardian in England. New Haven y Londres: Yale University Press, 1994.
298 Sir Henry Morton, Stanley (1841–1904): nacido en Gales, nacionalizado
estadounidense. Emigra a los Estados Unidos con 16 años enrolado en un barco
como marinero. Con la llegada de la guerra civil estadounidense tomará parte en
el ejército confederado, aunque pronto cae prisionero y no duda entonces en
unirse al lado del ejército de la Unión. Acabada la guerra, empieza a colaborar
con varios periódicos. Como corresponsal del diario vivió en primera persona la
revolución de 1868 contra Isabel II en Madrid. Tras varios reportajes en el Oeste
norteamericano y Turquía, recibió en 1869 el encargo de viajar a África y cubrir
una serie de escaramuzas entre británicos y abisinios que habían tenido lugar en
las fronteras de Etiopía. Ese mismo año se le encargó su misión más conocida, la
de encontrar y entrevistar al misionero y médico escocés David Livingstone, al
que se había perdido la pista en África oriental unos meses atrás y que entonces
se hallaba en paradero desconocido. Volvió a África en 1874 para intentar
descubrir el punto exacto en que nacía el río Nilo. La financiación de la nueva
expedición corría a cargo del Nueva York Herald y el periódico británico Daily
Telegraph. Se dirigió inicialmente al río Ualaba, que había conocido de la mano
de Livingstone, y siguió su curso creyendo que se encontraba cerca de su
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