Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

En la tarde del 29 de junio de 1929 […] se congregó en el recinto
de Montjuïch una multitud tan compacta y extensa como pocas veces será
dado a contemplar […] La amplísima Avenida de la Reina María
Cristina, los alrededores de Pueblo Español y del Palacio Nacional y los
paseos que rodean al Palacio de las Misiones, fueron invadidos desde las
primeras horas de la tarde por la muchedumbre.
Tarde de verdadero triunfo para todos: para el Comité de la
Exposición Internacional, que pudo percatarse del acierto de su
espiritual iniciativa; de la Comisión Ejecutiva de la Exposición Misional,
que veía comprendidos y premiados sus laboriosos trabajos; para la ciudad
de Barcelona, que daba una tan clara prueba de su religiosidad […].
A las siete menos cuarto, los acordes de la marcha Real anunciaron
la llegada al Palacio Nacional del Infante Don Fernando. La animación en
el Palacio era extraordinaria. Las tropas presentaron armas y S. A. R.
revistó las fuerzas. [...] en representación del Comité Ejecutivo de la
Exposición misional, acompañaron al Infante desde su llegada al Palacio,
el Presidente, M. I. Sr. D. Luis Homs, y el Secretario, Doctor Guillermo
Aleu. […] Una vez instalado el elemento oficial en la tribuna, con la venia
del Infante, D. Fernando, usó de la palabra el Barón de Viver, el cual
dirigiéndose a S. A. pronunció el siguiente discurso:
Señor: La ciudad de Barcelona, que ha realizado esta Exposición
Internacional, en que se manifiesta la vitalidad intensa, vibrante de nuestro
pueblo, expresión y reflejo del resurgir glorioso de la Patria, en todos los
órdenes y sectores, (…) así lo reconocen, las naciones y sus gobiernos
cuando han traído a Barcelona, a su Exposición, las manifestaciones todas,
también de sus actividades y de su vida a este Certamen de paz y de amor:
pero incompleta hubiera sido la expresión de estas nobles y altas
finalidades, si Barcelona, ciudad profunda y sinceramente cristiana, no
hubiera previsto el cerrar este ciclo glorioso de inauguraciones diversas,
con la apertura de este Palacio en que se han de glorificar las
abnegaciones y los heroísmos de la caridad y del amor de unos
hombres que muestran a la humanidad la senda segura de la vida, la
que dignifica todos nuestros trabajos […] No podía por otra parte,
faltar este homenaje a nuestra religión en este Certamen, ya que
siendo eminentemente nacional, debíamos glorificar ante el mundo el
espíritu inamovible de nuestra nacionalidad […] Permítame, Señor,
que, al ofrecer este edificio, en nombre de Barcelona, a S. S. el Papa
Pío XI, representante de Dios en el mundo […]. 475
El discurso del barón del Viver que se reproduce en la crónica anterior
justifica, por una parte, la supuesta iniciativa del Comité Ejecutivo de la
475 Barcelona, Revista de la Exposición Misional Española, n º 10, julio de 1929,
pp. 471-480. [el destacado es nuestro]
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