Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

califica a los objetos como toscos “sin progreso alguno visible (…) con
tendencias degeneradotas hacia una rusticidad primitiva de forma (…)
siempre rudimentariamente representadas, jamás embellecidas” 148 lo que
permite dar cuenta de la valoración “no bello” de las piezas, destacando su
tosquedad y simpleza de formas. Al inicio de la segunda parte del artículo,
el autor menciona que: “son tan escasos los elementos artísticos de que se
hallan dotadas las hábiles razas filipinas y presentan tan poco relieve sus
principios estéticos, que es fuerza escudriñarlo todo”, 149 refiriéndose así a
que, de entre todo tipo de producciones que describirá (habitación,
muebles, armas, joyas, cerámica, instrumentos músicos, pintura, escultura
y arte dramático), debe rebuscar para hallar principios artísticos.
Muy interesantes son las valoraciones de Creus Esther sobre la escultura
primitiva filipina. Fácilmente se puede observar en su último artículo una
de las características principales del arte primitivo: la repetición de formas
y motivos. El autor lo describe del siguiente modo:
[…] la primitiva y típica escultura filipina consérvese hoy día en el
mismo ser y estado que cuando Magallanes sentó su planta en el
Archipiélago [1521], a juzgar por los Anitos o ídolos que se construyen
actualmente [1888], en un todo idénticos a los que se trajeron de aquellos
lejanos países, cuando su descubrimientos, los intrépidos navegantes que a
ellos abordaron. 150
Lo que además añade para nuestro objeto de estudio una prueba del hecho
de la recolección de piezas desde el descubrimiento de nuevas piezas.
Pero a partir de aquí, el autor se aleja de la definición del arte primitivo
que hoy entendemos y cae de nuevo en concepciones etnocéntricas. Así,
define muy bien a los Anitos “ídolos tallados en madera(…) algunos de
dichos ídolos van adornados con collares de colmillos o corales, pulseras
de metal o felpudos; otros ostentan en la cabeza plumas o pelo de carabao
y bastantes, para semejar los ojos, tienen trozos de metal o de maderas
brillantes […]” pero añade “que a más de variedad grande en actitudes
presentan en sus facciones notable semejanza con los indios que les
prestan culto”, lo que se entiende desde el punto de vista del autor que
como única referencia en 1888 toma la representación realista de la forma
pero, en cambio, podría afirmarse que Manuel Creus identifica a los
148 “[sigue] que llega a quitarles en ocasiones su peculiar carácter, sólo entra en él
como elemento nuevo de inspiración, si así cabe expresarse, la fauna y flora del
país á que la suerte les llevó, siempre rudimentariamente representadas, jamás
embellecidas”, ibíd., p. 2.
149 CREUS I ESTHER, Manuel, “El arte Filipino” (II). Vilanova i la Geltrú.
Boletín de la Biblioteca-Museo-Balaguer, 26 de junio de 1888, nº45, p. 1.
150 CREUS I ESTHER, Manuel, “El arte Filipino” (III y ultimo). Vilanova i la
Geltrú. Boletín de la Biblioteca-Museo-Balaguer, 26 de julio de 1888, nº46, p. 2.
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