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Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

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y como ya hemos expuesto en el caso de la “Rue des nations” a inicios del<br />

capítulo, por lo que España, a modo de imitación, habría construido un<br />

pabellón de estilo oriental para dar cuenta de “la moda” de las<br />

exposiciones europeas. También puede responder a una cierta tradición en<br />

la representación del imaginario español en exposiciones organizadas<br />

fuera del país, ya que en la Exposición de Viena de 1873, también se<br />

contó con un pabellón de estilo mudéjar 314 y una pequeña taberna de vinos<br />

de Jerez, 315 de estilo totalmente “cordobés”. Por otra parte, cabe recordar a<br />

propósito de las construcciones de corte islámico, el auge del orientalismo<br />

en Europa y las visitas a España de escritores y artistas en busca de<br />

exotismo.<br />

Tres años después, en la exposición celebrada en Filadelfia en 1876,<br />

parece que la imagen de España cambia de rumbo. Según opinaba Tubino,<br />

que había sido jurado en Viena en 1873, al lado de los frutos del suelo<br />

“deberán figurar los frutos del ingenio español” 316 y propone la creación<br />

de tres grandes secciones en el pabellón español: “arte español, artes<br />

gráficas y literatura amena y científica”. Para dotar de contenido al<br />

pabellón de arte español de Filadelfia, se organizó un concurso nacional<br />

para aportar pintura contemporánea, que debía ser “retratos de las<br />

personalidades que más se distinguieron en la conquista y colonia de<br />

América, así como episodios históricos de esta época”, 317 lo que puede<br />

darnos una idea de la imagen colonial que España quería dar en los<br />

Estados Unidos, glorificando su pasado conquistador. Finalmente, España<br />

estuvo representada por Murillo, Alonso Cano, el divino Morales, Lucas<br />

Jordán, los Caprichos de Goya, y entre los nuevos Gisbert, Navarrete,<br />

Agrasot, Puebla, Gonzalvo, Vera, Mercadé, Haes, y esculturas de Sunyol<br />

y Novais (Torero moribundo). Según expone Ramón Calanda, se<br />

lamentan los cronistas por la floja representación de la pintura española,<br />

puesto que lo mejor era enviado por el gobierno, y es que en España se<br />

creía entonces que “eso de la pintura, aquí, en Estados Unidos, apenas se<br />

conoce, y que el americano, en viendo toreros y manolas, ha de pagar con<br />

gusto su dinero”. 318 Por lo que podemos concluir que, durante buena parte<br />

de la segunda mitad del siglo XIX, en el contexto de las exposiciones<br />

314 “Presentó España en Viena, [1873] un pabellón estilo mudéjar, proyectado en<br />

ladrillo y realizado en madera imitación ladrillo, por culpa de los retrasos en la<br />

construcción del proyecto a causa de las revueltas que llevaron a la primera<br />

República, a la guerra carlista y sublevaciones cantorales.”, ibíd., p.58. Véase el<br />

apéndice documental, ilustración número 6.<br />

315 Véase el apéndice documental, ilustración número 7.<br />

316 CALANDA, Ramón, “Querer mucho y poder poco”, Madrid, Historia<br />

internacional, nº2, mayo de 1975, p. 62.<br />

317 Ibíd., p. 62.<br />

318 Ibíd., p. 63.<br />

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