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Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

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emplazado en el museo sigue, inevitablemente, sujeto al juicio estético del<br />

canon occidental, que no le es propio. Por otra parte, la relación del arte<br />

primitivo con el arte moderno que dio lugar al primitivismo permitió<br />

revalorizar las artes primitivas que hasta entonces no habían sido del todo<br />

apreciadas, pero después de su reconocimiento como arte, el arte primitivo<br />

sigue enfrentándose para su valoración a la cuestión de la autenticidad. Al<br />

mismo tiempo, desde el punto de vista de la antropología del arte, el juicio<br />

de los objetos artísticos primitivos también presenta diversas dificultades,<br />

sobre todo por las concepciones etnocéntricas que se mantuvieron en la<br />

disciplina durante mucho tiempo. La incertidumbre se aprecia de buen<br />

principio ya que, todavía hoy, no existe una terminología clara para<br />

designar a estos objetos. En la actualidad se utiliza indistintamente<br />

conceptos como “artes primitivas”, “artes tribales”, “artes exóticas”,<br />

“artes primeras”, “artes etnológicas”, “artes no occidentales”…, lo que<br />

denota la vacilación a la hora de referirse a los objetos artísticos<br />

primitivos.<br />

Tanta dilación tiene su origen en el punto de partida que la antropología<br />

del arte pudiera tomar en el momento de considerar los objetos primitivos.<br />

Si tomamos la postura etnocéntrica, en la que sólo se valorarían como<br />

“arte” las producciones realizadas en Occidente, y los juicios artísticos del<br />

canon occidental, la antropología del arte tendría un objeto de estudio<br />

sobre el que actuar, pero sometido a un juicio basado en la diferencia, con<br />

una preeminencia de lo propio frente a todo aquello que no lo es, por lo<br />

que esta postura no sería del todo correcta. En cambio, si la antropología<br />

del arte se posiciona en el reconocimiento de la universalidad de la forma<br />

artística, al igual que la historia del arte, quedándose tan sólo con el<br />

objeto, se ignorarían las prácticas imbricadas y así se perdería parte de la<br />

significación que posee en la sociedad en la que fue creado. C. Severi, por<br />

ejemplo, propone como solución “volver al sentido primero de la palabra<br />

arte” 32 para recuperar la raíz terminológica del término latino ars, que<br />

deriva en dos definiciones: la primera, referida a la capacidad del hombre<br />

para producir objetos y la segunda –“en un sentido casi desaparecido en la<br />

actualidad”- entendida como conjunto de reglas o técnicas “que el<br />

pensamiento debe seguir para alcanzar el conocimiento y representar lo<br />

real”. Con este doble concepto, el autor propone que el objeto de la<br />

antropología del arte sería el estudio de la relación que establece cada<br />

cultura entre las técnicas y el sistema de pensamiento que reproduce en<br />

sus producciones (concepción y producción de imágenes). Esta definición<br />

tiene dos ventajas:<br />

32 SEVERI, C. “Arte (Antropología del)” en BONTE, Pierre, IZARD, Michael,<br />

Etnología y Antropología, Madrid: Akal, 1996, p. 94.<br />

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