Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

17B. En el Palacio de las Misiones. Las Misiones de la Guinea Española
por José M.ª Vigo, en Barcelona, Diario de la Exposición Misional
Española, n º 43, 28 diciembre 1929, sin paginar. [el destacado es nuestro]
Continúa el Palacio de las Misiones concurridísimo todos los días, siendo visitado
por personalidades que coinciden con la impresión de asombro que a todos
produce, tanto la magnificencia del mismo como las prodigiosas colecciones de
objetos rarísimos enviados por los misioneros para dar a conocer la cultura de
los pueblos por ellos misionados. En sus amplias salas, misioneros, venidos de
las más remotas tierras, explican a los visitantes las más raras y monstruosas
costumbres de los pueblos paganos.
[…] Uno de los primeros frutos que consiguieron fue españolizar la Colonia
fernandina, que, hasta la llegada de dichos misioneros era más bien una Colonia
británica, tanto en su idioma como en su religión y costumbres. Hoy, más de
30.000 indígenas se precian de ser súbditos de la Corona de España.
[…] Los indígenas poseen una lengua especial, que reglamentaron los misioneros,
estableciendo una Gramática y una escritura que desconocían. Los misioneros del
Corazón de María conquistaron aquella selva de la Guinea española, y los
naturales aprecian a los misioneros, haciéndoles árbitros de sus diferencias, así en
sus mutuas divergencias de tribus y pueblos, como en sus encuentros con la
Autoridad colonial, contribuyendo poderosamente a la paz y bienestar de los
naturales.
[…] En tres armarios se exponen varios ídolos, entre los que vemos una cajita
que llaman “biera”, sobre la cual colocan los fetiches, y dentro ponen cráneos y
huesos de sus antepasados, a los que veneran y ofrecen sacrificios para tener
propicios los espíritus a los que pertenecieron.
Otro fetiche nos llama la atención: representa la mitad hombre y mitad tigre,
y por virtud de las substancias supersticiosas encerradas en su fenomenal
ombligo, comunica, cuando a su presencia se ponen los guerreros, la
inteligencia y astucia del hombre y la fiereza del tigre. Lleva su cabeza
adornada y cubierta con el casco de guerra. Sus brazos y antebrazos con
brazaletes de cobre, y su cuello, repletote dientes de mono y de tigre, a manera de
ex votos por triunfos obtenidos y éxitos alcanzados mediante su protección. Unos
arcos curiosísimos, que llevan sus puntas envenenadas, y que cuando toca la
sangre deja a las personas paralíticas, le llaman el “veneno emare” y lo sacan de
unas hierbas.
En un armario distinguimos una corteza de árbol llamado “biera”, dispuesta a
manera de caja que contiene el cráneo y varios huesos de sus antepasados
difuntos; allí ofrecen sus manjares y representan sus sacrificios de animales, y
antes sacrificios humanos, participando de las carnes y sangre de los
circunstantes. Dos pequeños cráneos de mono, cuyas carnes fueron ofrecidas
en el “biera”, y que guardan como objetos sagrados, colocándolos en sus
plantaciones, entrada del pueblo o en la puerta de las casas. Un fajo con
varios hierros sujetos entre sí, formando manojos entrelazados, que usan como
moneda en la compra de mujeres y otras transacciones. Estas mujeres esclavas
recogen marfil vegetal, caucho, etc. Que, junto con las maderas o trozas, las
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