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Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

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un buen ejemplo de ello. ¿Qué mejor objeto para exhibirse en la<br />

exposición que la representación del rey de la metrópoli, Alfonso XII, en<br />

un busto de “pulcritud esmerada” realizada por un joven escultor filipino<br />

(don Vicente Francisco), resumiendo así, en una sola obra, la exaltación<br />

de la representación del poder del Imperio y la labor civilizadora por parte<br />

de la metrópoli? Aun así, las obras expuestas y ejecutadas “a la manera<br />

occidental” no estuvieron exentas de crítica y fueron calificadas de<br />

“infantiles”, denotando escasa perfección o falta de maestría en su factura:<br />

“El arte en Filipinas, refiriéndonos especialmente al de la pintura y<br />

escultura, hemos dicho en otra ocasión que estaba en su infancia, pero no<br />

ciertamente en una infancia raquítica, sino pletórica de vida, lo cual hace<br />

esperar, con fundamento sólido, el más completo triunfo”. 224<br />

En cambio, sí se hallan bien representados en la exposición pintores<br />

filipinos reconocidos en aquel momento, como Juan Luna y Novicio<br />

(1857-1899) y Félix Resurrección Hidalgo Padilla (1855-1913). También<br />

se contó con la presencia de otros, como Miguel Zaragoza, que era criollo,<br />

Félix Martínez, Rafael Enríquez, Telesforo Sucgang... todos alumnos de la<br />

Academia de Pintura de Manila. Pero entre ellos parece que también había<br />

notables diferencias. Ésta es la opinión de Alfredo Vicenti para El Globo,<br />

quien se esfuerza en distinguir entre los artistas que se han formado en<br />

Occidente de los que no, otorgando así mayor notoriedad a los que se han<br />

“perfeccionado” en Europa:<br />

Lo que primero salta a la vista, es la inmensa distancia que separa a<br />

los artistas propiamente filipinos de aquellos otros que, si bien nacidos en<br />

el Archipiélago, han venido a perfeccionar sus aptitudes en Europa.<br />

Así los únicos cuadros, dignos por todos los conceptos de ese nombre,<br />

están firmados en Roma, París o Madrid, por Luna, Resurreción<br />

Hidalgo y acaso Vilanueva . 225<br />

Los cuadros exhibidos en el certamen eran retratos de indios e indias y de<br />

algún chino, imágenes de tipos del país, bodegones y temas diversos<br />

filipinos como las peleas de gallos. El caso también es parecido para los<br />

escultores: Isabela Tampingco, Ciriaco Gaudínez, Ciriaco Arévalo,<br />

Críspulo Jonson y Vicente Francisco, que aportan esculturas religiosas,<br />

bustos de personajes importantes de la colonia, como el arzobispo de<br />

Manila, y obras alegóricas, como la que destaca Luis Ángel Sánchez de<br />

224<br />

“Exposición Filipina”, Madrid, La Ilustración Española y Americana, nº<br />

XXVI, 15 de julio de 1887, p. 27.<br />

225<br />

VICENTI, Alfredo, “La Pintura, Escultura y Arqueología”, Madrid, El Globo,<br />

1887. Citado en SÁNCHEZ AVENDAÑO, M.ª Teresa, “Análisis histórico y<br />

sociológico de la Exposición de Filipinas en la España finisecular”, Madrid,<br />

Revista Espanola del Pacífico, n º8, 1998, p. 274. [el destacado es nuestro]<br />

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