Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

pasado imperial en América que en intentar realizar nuevos
descubrimientos. La única exposición colonial española como
acontecimiento aislado, a propósito de un territorio ocupado por la
metrópoli, fue la Exposición General de las Islas Filipinas de 1887
celebrada en Madrid. A partir de esta fecha y, probablemente, por el
desastre del 98, no se vuelve a producir ninguna exhibición colonial en el
país. Este hecho podría ser otro de los factores en detrimento de las
colecciones de piezas de arte primitivo ya que, si no se celebraban este
tipo de acontecimientos expositivos, no había necesidad de importar
objetos para contextualizar el evento y, en consecuencia, ya no se
producía la posibilidad de que, al cierre de la muestra, los objetos pasaran
a los fondos de los museos como solía suceder en el resto de países
europeos. Además, la representación de las posesiones coloniales en el
resto de exposiciones celebradas en España fue más bien tímida,
destacando su ausencia en la Exposición Internacional de Barcelona,
celebrada tan sólo un año antes que la conocida Exposición Colonial de
Paris de 1930.
No deja de ser relevante que en la ocupación española de las Indias
existiera un aparato administrativo en la metrópoli –Consejo de Indias y
Casa de Contratación-, así como en la América Colonial –Virreinatos,
Audiencias, Capitanías- y, en cambio, para la colonización de África a
finales del siglo XIX el ejército y el gobierno no desarrollaran, por
ejemplo, los medios para llevar a cabo la ocupación de los territorios
explorados por Iradier en Guinea. Este hecho tuvo como consecuencia una
efectiva ocupación por parte de franceses y alemanes que les permitió
ejercer el control sobre la zona en tan sólo dos años. Lo que también
derivó en importantes colecciones etnográficas en los museos franceses y
alemanes sobre culturas como la Bidjogo (Guinea Bissau), Baga (Guinea
Bissau), Sapi (Sierra Leona), Bamana (Mali), Senufo (Costa de Marfil)…,
muy escasas en los museos españoles si se tiene en cuenta la primera
exploración del río Muni a cargo de Iradier. Por otra parte, destacando
algunas excepciones de personajes como Joaquín Costa, el colectivo
político español parecía más ocupado en lamentar las pérdidas de Puerto
Rico, Cuba y Filipinas, que en armar un plan de nuevas conquistas. El
mundo intelectual del momento no contribuyó mucho al proceso. El
movimiento regeneracionista, que podría haber puesto remedio, inició su
crítica contra la desintegración del sistema de Cánovas del Castillo, la
derrota del ejército español en materia colonial y sus secuelas, así como la
devaluación de la imagen nacional; por lo que, el efecto de la reacción
revulsiva que podría haber activado los planes coloniales, no llegó a
tiempo. Además, el peso de las sociedades coloniales españolas no fue tan
relevante como para el caso de las francesas o inglesas. En 1885, la
Societé de Géographie de Paris contaba con unos ingresos de 73.867
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