Marina Muñoz Torreblanca - Tesis

las delicias del público en el escenario de un teatrillo levantado a tal efecto junto
a la puerta que da acceso al Pueblo Oriental. (...) Según afirma nuestro amable
“cicerone”, el señor Arias, los indios del elenco artítico perciben
semanalmente de 200 a 300 francos, los no, 120. Todos comen y duermen,
según sus gustos y costumbres, dentro del Pueblo Oriental.
PERSIA
Callecitas estrechas de recodos en penumbras, donde asoman las salientes de los
edificios y resbalan silenciosamente las pisadas y pregones de los traginantes y
mercaderes.
Chucherías y baratijas, pieles y terciopelos en los mostradores de colores
adamascados (...) Abigarrada profusión de turbantes y prendas exóticas que se
ciñen a los tobillos de los hombres como serpentinas de colores […]
HONG-KONG
[…] única calleja plagada de tiendecitas y pagodas que exhiben mantones de
Manila, biombos de valiosa filigrana y objetos y mueblecitos de laca […]
Signos de cábala y rizosos farolillos que cabalgan sobre los juegos de té;
diversas chucherías permanecen visibles en el interior y exterior de los edificios
bajos. […] Hay doce hijos del celeste Imperio repartidos por la ciudad.
Algunos sentados a la puerta de sus bazares, ofrecen por señas sus géneros y
objetos de artístico valor. Encima de una de estas casitas están el restaurant y el
salón de té chino […] A cada individuo –subraya el señor Arias- se le entrega
por su trabajo de 15 a 16 pesetas diarias.
TÚNEZ
[…] Es acaso el lugar más reducido del Pueblo Oriental y el que, entre risas de
gaviotas desbandadas, evoca una página de contrabando y piratería... Tenderetes
atiborrados de figurillas y encajes finísimos, de rara y esplendida orfebrería;
hiladoras de manos maravillosas que se pierden al fondo de los recintos, pero
cara al público.
En esta pequeña ciudad viven cinco tunecinos, tres de ellos negros, enfundados
en sus largos albornoces blancos, exhiben géneros y cachivaches del país,
abriendo mucho los morros para enseñarnos sus dientes de titán...
EGIPTO Y TURQUÍA
Hemos visitado el Santo Sepulcro que se esconde bajo la bóveda de una pequeña
gruta, también muestrario de piedras preciosas y joyas de infinito valor.
Cerca de la puerta de entrada, a la izquierda, un orfebre turco repuja el vientre
cobrizo de un jarrón; más allá, otro empuña un buril y filigranea una bandeja de
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